Egipto: "El Ocaso de un Régimen".

En "La Rosa Púrpura del Cairo" Woody Allen nos refleja esas circunstancias personales del ser humano en el que la realidad y la ficción se entrelazan de tal manera, que aunque no podamos cambiar el mundo en que vivimos nuestros reflejos de ella mediante el cine (la ficción) podemos superarla. Cecilia(Mía Farrow), una camarera que vive en Nueva Jersey (1935) tiene como marido a un haragán (Monk) en la década de la gran depresión capitalista, quien para evadir esa realidad, decide asistir a los teatros y disfrutar del cine que en cierta medida satisface su espíritu, y hace que pueda soportar esa cruda realidad que está viviendo de pobreza y de miseria humana. Entre las películas que ve, frecuentemente entra a ver ésta, hasta el día en que Baxter, un Egiptólogo se sale de la pantalla y es otra la historia que nos cuenta. Vale decir que el solo hecho de aludir a El Cairo, en la película nos recuerda la Historia de Egipto con las Pirámides que todos conocemos, las Historia de la Esfinge, o la de la represa de Asuán que fue construida en los años de la guerra fría por los rusos, ante unos Estados Unidos que no quisieron continuar con el legado de los Británicos. Al solo evocar toda esta historia en la que Cleopatra se convierte en la mujer de Julio Cesar, el emperador romano que representa aquel vasto imperio  del que tanto hemos oído hablar, y con el que tiene un hijo al que llamaron Cesarión. Y en ese ambiente tumultuoso, asesinado Julio César por Bruto y los demás conspiradores, que veían en éste una amenaza contra el imperio que ellos defendían, Cleopatra en su lucha contra sus propios hermanos y familiares, después de haber emigrado de la propia Roma termina viviendo con Marco Antonio, quien al final de sus días tiene que casarse con la hermana de Octavio en medio de esa vida agitada de un imperio que domina a otro, en donde Cleopatra tiene que suicidarse porque no quiere ser llevada por Octavio como esclava para que sirva de burla a las huestes del Emperador, mientras ya Marco Antonio se había suicidado convencido que su reina estaba muerta, después de haber tenido dos hijas con ésta, y de haber perdido la guerra interna contra el imperio por ir detrás de su amada. Cesarión sería asesinado, mientras huía con una fortuna que su madre le diera trás ser traicionado. Y sus hijas continuarían vivas, mientras en otras situaciones de aquel conflictivo mundo adonde se luchaba por el poder de una Roma en decadencia, serían la antesala histórica del Egipto que conocemos por escritores y novelistas que nos han deleitado con ese mundo apasionante, y que Woody Allen al evocarnos a El Cairo nos recuerda que ha existido una realidad en la que nos ha dejado esa historia apasionante que evoca a los sentidos de la ficción para creer que el mundo puede ser mejor de lo que ha sido. Aunque es improbable que Romeo y Julieta pueda ser basada en la vida de Cleopatra y Marco Antonio, que fue escrita por Shakespeare, y aunque no lo sé, presumo que así pudo ser porque éste escribiría y llevaría más de una obra sobre la historia de la Roma Antigua. Egipto, al que hemos visto en estos días se parece a su historia. Un imperio que sucumbió en su momento ante el poder del imperio romano. Otro que no pudo sostenerse ante la caída del imperio otomano en el que los colonialistas como los de Inglaterra y Francia, y demás países europeos, en el que que su vasta historia nos recuerda a la maldición de Tutankamón, en la que todos los que descubrieron su tumba terminarían muertos y eclipsados por una cultura milenaria, en la que hasta los rusos tuvieron que acudir para salvar los monumentos hechos por aquellos hombres, cuando ayudaron a construir la represa de Aswan. Y como en esas maldiciones, todos esos pueblos que se vieron subyugados por los nuevos imperios que aparecieron después de la segunda guerra mundial, se resarcieron con dictaduras que eclipsaron la historia de estos pueblos, para sobrevivir. Cristianos y Musulmanes conviviendo en un región de conflictos entre Árabes y Judíos, que terminarían por hacer otro nuevo conflicto con la expulsión de los Palestinos de sus tierras, en una lucha sin cuartel , que ahora continúa, pero con otra nueva realidad. La Maldición de aquella tumba, en la que Nasser fue asesinado después de enarbolar un nacionalismo que a todos nos pareció en su momento, como la encarnación de nuevos vientos de libertades, y quien fue el encargado de fundar con Nerhu, y Tito toda una pléyade de nuevos sueños para los países del tercer mundo, en el que Sadat seguiría encarnando esta bandera en la defensa de intereses de los países subdesarrollados, Mubarak parecía ser en uno de los continuadores de esa lucha por la defensa de los países pobres. Pero como en la película de Woody Allen, los espectadores a pesar que somos amantes de esos mundos fantásticos, tenemos que complacernos con estos otros para poder soportar las crudas realidades convulsionadas por las desigualdades, en las que como todos estos personajes que encarnando en su momento lo mejor para nuestros pueblos, en aquellos universos adonde todavía no se conoce sobre nuestras libertades occidentales, pareciera que los nuevos vientos en donde el internet influye entre estos jóvenes que nacieron en esos regímenes que no fueron más que extremadamente policíacos, para protegernos de los eternos terroristas en que la religión y el Estado se subsumen en una historia tan antigua, qué todavía no sabemos en qué terminarán la solución de estos conflictos en estos pueblos que vienen desde la época de los faraones, porque pareciera que sus sueños continuarán en otros sueño más por cumplirse, porque seguirán a pesar de todo estos regímenes en una lucha entre sus pueblos, sus imaginarios en la encarnación de unas formas de convivencias sociales antiguas con las nuevas generaciones propiciadas por el internet y los demás medios de comunicación, y en las que todavía no podemos pronosticar de sus desenlaces. Pueden ser como lo dicen los militares, ante el peso de una opinión pública mundial. Tal vez para reconfortarnos, con lo que hemos visto y oído sobre la sublevación de este pueblo milenario, tengamos que ver nuevamente a "La Rosa Púrpura del Cairo". Para resarcirnos de lo que esta película nos cuenta. O pueda que en este nuevo comienzo para la historia de Egipto y de sus vecinos, sean el reencuentro con esas libertades que hasta ahora han visto mediante el internet o en los libros. Sus imaginarios son muy antiguos.

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