Las Trampas del Licor

Ahora que se cuecen habas por cuenta de los medios de comunicación, acerca del maltrato a las mujeres, por la actitud reprochable del Bolillo Gómez, y que en su confesión pública termina aceptando que cometió una embarrada, motivada no se sabe por qué y por quién, lo que le sucedió pudo haber sido una trampa del alcohol.
Los que lo saben y lo hemos vivido como en el caso mío desde niño, uno puede suponer otra cosa. Aunque claro que en cierta medida se pueden llamar falsos positivos muy al estilo de lo que ahora vivimos por cuenta de esos falsos imaginarios que se han convertido en las desgracias de los ciudadanos de bien, en este caso pudiera ser un montaje de esos que se organizan contra personas prestigiosas para desprestigiarlos, y así hacerlo dudar a uno de la honorabilidad y rectitud de una persona que con su esfuerzo ha logrado que en el mundo se nos reconozca una de las mejores facetas de nuestra idiosincracia, y que en el futbol los colombianos tenemos. Y qué más que Higuita que fue considerado como uno de los mejores arqueros del mundo saliera en su defensa, una defensa que también fue hecha por una mujer prestigiosa que representa a una organización política en el congreso, mientras la mayoría de los encargados de generar opiniones cuestionaban su comportamiento en menoscabo de su mal comportamiento contra la femenidad. Y eso está bien, al pretender cuestionar la actitud machista de nuestro país. Pero como el licor tiene sus trampas en la que sus aristas pueden haber sido una respuesta de una persona que no estaba en sus cabales, que podría haber sido manipulada por esos expertos e inexcrupulosos imaginarios que a diario nos deleitan con sus fanfarronadas de la mediocridad, y qué como humano cayó en esa celada, bien pudiera haber sido propiciada por intereses oscuros. Y aún cuando no lo fuera por qué no disentir, cuando en este país es muy común que se haga este tipo de montajes para transgredir la ley, o simplemente para dejar a una persona en unas condiciones sicológicas en la que su familia y sus amigos terminan envueltas en un conflicto que en otro caso, cuando más llegaría a convertirse en una contravención de caracter policial, motivada por una gresca que no llegó a mayores, y de la cual todavía no sabemos el porqué. Ya sea por el respeto de éste hacia su compañera de infortunios, o por qué de pronto más que ese acaloramiento producido por el alcohol pudo haber sucedido otra cosa, y menos mal que no fue a mayores; pero que los medios nos lo han convertido en el peor de los personajes. Y claro, que más allá de los instigadores que aparecieron y que subvencionan a este deporte, y del cual el Bolillo en cierta medida resulta siendo su dependiente, nos lo quieren hacer aparecer como el más villano de todos los malvados, y dicho por el representante de una empresa que vive de este negocio del alcohol. Una falsa salida. Lo del Bolillo no es más que una de las tantas y miles trampas del licor en la que desgraciadamente existen muchos personajes que conociendo a las personas elaboran sus montajes, mientras sus víctimas en medio de los delirios terminan cometiendo imprudencias, que afortunadamente para éste, seguramente no pasó ni pasará de ahí, incomparables a las que le sucediò al "Cacique de la Junta"; y como buen padre de familia y un fiel exponente de nuestra sociedad, su arrepentimiento y su comprehensión, harán que siga con su labor en bien del deporte, y de Colombia. Y ojala que así sea. Así lo creo, aunque sabemos que con esta historia, se saciarán muchos de los que viven de estos melodramas.
¿Amarillismo mediático?