Crónicas policiales 2

Para mi, que llevo viviendo desde hace muchísimos años una suerte de provocaciones, que incluso recién llegado a Ibagué me pude dar cuenta que tenían una especie de vigilancias privadas porque ya cuando sabían que estaba llegando a la casa, en sus alrededores estos sabuesos ya tenían montados sus teatringos aparentemente bobalicones por que lo convierten a uno en el hazme reír de una comunidad, mientras lo que están haciendo en la vida real es de amedrentar, y casi que obligarlo a uno a andar corriendo por las calles, tal y como me sucedió en Bogotá donde no respetaron hijos ni familia, porque su intención era aleve. Una vez, hice un mercado por los lados del Murillo Toro y cerca del Quiroga en Bogotá donde funcionaba una comisaria. ¡Ah! se me olvidaba. Allí todavía debe de figurar mi nombre en uno de esos libros, cuando firmé, en los días que tuve que abandonarla, pero que como estaba asustado y recordaba lo que me sucedió con aquellos personajes cuando el perro estos casi ...