Las plazas de mercados 4

Son muchas plazas que en cierta medida nos reflejan la realidad en la que ha vivido el país, y en la que por habernos convertido en los vigilantes de nuestros mismos conciudadanos en una situación conflictiva adonde se nos invitó a participar a los ciudadanos inermes, muchos de éstos orquestaron de manera soterrada unas especies de persecuciones en la que la vigilancia de esos particulares, pareciera que se tomaron el derecho y el atributo de perseguir a cuanto fulano dispusieran aquellas mentalidades que de manera organizada, podían convertir a cualquier persona en víctima mediante las argucias de persecuciones que se nos parecen a las que seguramente viven los que están en las cárceles y que en internet los llaman matoneos , pero que los ciudadanos indefensos solo alcanzamos a avisorar de estos peligros, muchos años después de haberlos vivido y soportados. Imagínese que Ud. hable con una amigo que no ve desde hace muchos años. Que se lo encuentra cerca de una estación policial en el sur de la ciudad en Bogotá, y que coincidencialmente vende sus artículos de insignias y otros accesorios en estos almacenes particulares que pululan alrededor de éstos(Jaime, un muchacho que trabajaba en Screner por los lados de Sears) al que le comenta lo que le ha pasado durante todos esos años que dejó de verlo. Este muy acucioso pregunta por otros ajedrecistas y otros con los cuales estudió en la universidad cómo si en realidad le importara saber de aquellos amigos, y yo por el contrario me explayo en las formas cómo a una persona le pueden suceder situaciones extremas en el que se puede perder la razón por cuenta de otros, y cuando Ud. va llegando a la casa mediante una extraña manera de amedrentar por lo contado a éste, un motorizado que supuestamente es un vigilante privado, y que vive cerca, al ir a voltear hacia otra calle se aparece en una moto, y haciéndose el que va a frenar, para en seco; hace el que se baja, y de manera descuidada con su pie le da a uno una patadita que no solo le provoca dolor en una pierna sino que a cualquiera le puede dar alguan rabia, pero cuando a Ud. de esa manera le han sucedido otras situaciones en la que ha resultado aporreado o a tenido que vociferar por cuenta de ellas, se convierte en miedo. Ud ojea un periódico dominical en un negocio de la plaza de Santander, mientras cae en la cuenta que otro fulano lo vigila mientras se toma una cerveza, y a la vez va leyendo algo que le parece muy interesante porque en dicha hoja se habla sobre unos temas específicos de las memorias en los computadores; después Ud llega a la casa llevando la comida comprada en uno de los supermercados del sector, y decide que tiene que tomarse algo en la calle mientras está la comida, y caando regresa nuevamente al hogar, la muejer le dice que una vecina le ha pedido en préstamo dicho periódico. Le da mal genio, porque lo compro para informarse en esas horas nocturnas. Entonces le dice que vaya por éste porque lo quiere leer. Cuando regresa le falta precisamente esa hoja. La vecina se ha tomado el priviliegio de quedarse con ella, y uno entendiendo que ésto es más que una provocación, le da a uno a entender que lo están vigilando por que curiosamente su esposo es una autoridad. Da miedo o susto. Depende cómo uno esté sicológicamente. A Ud. le da rabia y comienza a despotricar hablando solo, porque sabe del atropello a que está siendo sometido. No en vano hacía mas de 10 años un perro del que premonitoriamente Mario Clavijo ya se lo había advertido mediante un libro y un perro gozque, y enraizado con un pastor Alemán, al que éste le había colocado el nombre de Damián, y que es el personaje central de una novela de un escritor escritor judío("El lobo Estepario"). Y claro que probablemente pudo ser el mismo perro, el que casi lo mata, y cuyos recuerdos todavía deben reposar en medicina legal. Tema que le recordaría éste muchos años después cuando anduvo durante muchos años todo distraido y bobo andando por las calles Bogotanas arruojando babaza por la boca. -Que, pena dice. Y sin embargo, ya en otra ocasión, a este mismo lo ha visto haciendo mofa del poder que tiene, pues habla de la importancia que tiene la de ser un buen vigilante. Y claro que en eso todos estamos de acuerdo. Pero que sea ese mismo día. Al llegar a la casa. O que Ud. diga en la casa que va a salir muy temprano a comprar un herraje en San Victorino para las fantasías que produce , y como siempre toma el mismo camino por la avenida veinte y siete(27), un Ojos azules al que Ud. nunca le ha puesto cuidado, le salga a mansalva y apergolle por la espalda, y casi casi, dentro de su trabajo sicológico, hubiera sido muy probable en medio del susto y al salir corriendo, y al ver que al otro lado en la mitad de aquella avenida un nauseabundo embolador que por su cara a cualquiera lo asusta si se lo encuentra en cualquier sitio solitario, se abalanza en tono amenazante, y que si uno se devuelve del miedo, es probable que el autor no estuviera contando esta historia por haber de pronto terminado en las ruedas de un carro. Aunque curiosamente al otro lado en la habitación de donde se está viviendo también vive otro agente que parece ser un chofer de este mismo organismo.Pero el miedo está presente. Sigue ahí. Se están comunicando en las calles, y uno simplemente se hace el que nada es con uno. O cómo, muchos años antes recién llegado por primera vez a aquella casa, después que le han pasado muchas cosas, a Ud, le da miedo de esos personajes porque no solamente el perro lo mordió en un extraño y absurdo montaje real, sino porque en una noche en un diciembre, Ud. sale en la mitad de ella, y en la 27 coge un taxi para irse a buscar unos familiares en el Kennedy, y al hacerlo aparece otro desconocido tratando de abrir la puerta del carro mientras le dice al chofer: -Lléveme. Alcanza a a decirle al chofer que este no va con él, y mientras arranca siente cómo lo golpea de un puñetazo en la cara, mientras el conductor acelera. Y como si todos estuvieran de acuerdo no hay en la casa adonde va ningún familiar, y solo queda el consuelo de quedarse en uno de esos amanecederos que pululaban en el centro. Así es como se va gestando un miedo inducido que solo a la vuelta de los años, despues que lo enloquecieron entiende que esos amigos que lo rodearon no eran más que unos granujas. Después de llegar de Venezuela, después de otras extrañas coincidencias, fuera de las de este país hermano, va entendiendo el extraño enredo que en apariencia no es más que de familia. Pero no. Así fue como comenzó a visitar las plazas de mercados. Para poder dominar ese miedo, y para impedir que si no fueran por estos percances, se enloqueciera. Así, vendiendo libros anduvo por muchas plazas. Y todo comenzó con las ventas de libros en los buses, mientras entre miedo y miedo fue logrando coordinar sus pensamientos, para lentamente ir retornando a la realidad que le habían quitado, y que comenzaron a hacer con sus prácticas felonas desde que estuvo estudiando en San Simón, y lo mismo que hicieron cuando fue profesor en el Tolima y en Bogotá. Así ha vivido durante estos últimos 20 años, y porque no decirlo durante muchos otros más, con la incertidumbre de una extraña persecución que no termina. La plazas de mercados del 20 de julio, de las Aguas, de las cruces, de Paloquemado, del 12 de octubre, de las Ferias, de Fontibón, del Bachué, de Bosa y Corabastos fueron por las que anduvo durante muchos años vendiendo libros. Las de Fusagasuga, Zipaquirá, Guasca, Gachancipá, Tocancipá, Girardot, Calera, Tabio y Tenjo, lo mismo que en centros comerciales le permitieron conocer de primera mano lo que es una extraña ojeriza de esas, en la que uno pareciera ser el peor de los delincuentes, cuando en realidad éstos fueron mandados por otros expertos en esconder sus candores sibilinos. Baste decir, que la persona que cae normalemente en esos trances, se suicida o se mata, o mata. Así son estos trabajos que llamo los de los asesinatos perfectos. De ellos ya he estando hablando en otro blogs que tengo. Quiera Dios que eso no le suceda a Ud. Son trabajos infames. Y claro que el autor seguirá contando estas historias que son ciertas. Tal vez para otros sean irrealidades. Superfluas. Y claro que serán en otros blogs, porque sino éste se estancaría. Digamos para finalizar que la justicia y la ley a veces paren que solo existen en los conceptos de los libros y de los códigos, y que por esa mentalidad en la que la ineficacia de las leyes y de los que se encargan de aplicarlas, y la de los encargados de defendrelas, por ese mecanismo mediático en que ha vivido nuestro país, nuestros imaginarios han desbordado esas realidades de tal manera, que la justicia privada cogió tanta fuerza, que no es raro que cualquier particular se decida por hacerla con su propia mano. Mentalidades que tenemos que derrotar porque solo el Estado es el único que debe ejercer esos derechos mediante el cambio de estos imaginarios vacuos por los que nos darán el verdadero sentido de justicia y de ley. Pero serán en otros acápites. En las plazas de mercados uno siente esa dicotomía social. Cómo serían las calles en la Berlín o la Italia en los años que anteciedieron a la segunda confrontación mundial, y hasta su derrota. Debió de ser terrible. Con el solo hecho de pensarlo, dá miedo.