Lavados de cerebros

Que mejor que recordar a "La Naranja Mecánica" de Kubritz, en esos trabajos que aunque ficción, en esta imagen de la película el pánico puede ser posible, y el temor le puede ocasionar un infarto por el exceso repetitivo de un miedo provocado por la adrenalina producida, en la que los que lo hacen saben que su intención es más que premeditada, y el que lo sufre no resulta más que un conejillo de indias ante sus perseguidores a los que solo la víctima los vé Y los que los hacen cómo actúan en grupo en esas vigilancias en las que se combinan las privadas y las de Estado, es muy posible que la víctima termine mal. Sus perseguidores que son sus conocidos o vecinos, o los mismos familiares, después contarán otras historias en las que la víctima resulta siendo la verdadera responsable de todo lo que le aconteció.

En la película, se hace la práctica con un supuesto maleante, para provocarle el miedo ante su apetecible manera de comportarse en una sociedad donde él es un delincuente; y que con los trabajos de los científicos, la autoridad permite que sirva como "conejillo de indias"; y así el sindicado resulta convertido en otro; que en nada se parece a lo que era.

También podemos decir que los trabajos de lavados de cerebros son tan comunes, que los hemos estado viviendo casi toda la vida, y sabemos a lo que pueden llegar estos personajes. Lo pretendía escribir en "El país.com", pero no fue posible. Quería continuar con las "Otras Guerras", que son las guerras personales que una persona vive, para no dejarse arrasar contra los que quieren mediante amenazas, continuar con este trabajo del cual el autor viene siendo víctima desde siempre.
Actúan a las sombras, y a sabiendas de lo que pueden hacer para sacarlo o aislarlo de este mundo. Usan a las familias mediante esas discordias que se crean, y los llevan hasta los límites de la desesperación. Yo lo he vivido durante años años y años, y los he venido contando rutinariamente en otros blogs, porque sino este tipo de trabajos pasarían desapercibidos.

Como me pasó, qué noche. A Ud. le van saliendo enemigos y enemigos, e incluso utilizan a sus mismos hijos,y por la noche cuando duermen, puede sentir sus palpitaciones por el temor, cuando saben que en realidad está actuando todo un grupo social en la que se usan a los amigos de los amigos, se crean los rumores en la que la víctima resulta enredada sin saber porqué, y los policías cuando más muy disimuladamente también participan, ya sea que otro de civil en la calle le hace sus gestos apropiados en la que los vé sabe que están dirigidos hacia él, se agarran del citurón por detrás, y Ud. como respuesta abrupta los puede gritar. Como no hay un testigo, como me pasó ayer; el personaje que hace estos gestos se ríe, cuando sabe que está hablando con un posible cliente. Ud. sigue andando, y se entra a un negocio adonde hace algún tiempo se encontró con un conocido y con el que compartieron algunas jugarretas de ajedrez, que hablaba con la dueña; y más se demora en sentarse cuando aparece en otro en una moto y le grita en tono amenazante. Son casualidades. Pero como las casualidades ya han sido tan comunes, se queda con la duda.

Recuerda a otro, por la quinta, en otra de esas calles donde sus perseguidores lo están vigilando secretamente, cuando ve a otro personaje que va con una muchacha, y Ud. se enoja cuando se agarra el cinturón por detras o se mete una de sus manos en uno de sus bolsillos traseros. Y como así lo han hecho consuitodinariamente en los negocios que frecuenta, y porque en las calles se lo hacen a sabiendas, cualquiera puede pensar que es paranoia. Lo provocan disimuladamente, ya que sabe que está en la mira de estos personajes que aparentando ser de ley, son sus vigilantes privados que han arrojado a toda una serie de perseguidores que van desde personajes tan cultos y tan serios hasta los peores malandrines adonde actúan así, seguramente para poder seguir vivendo dentro de sus desesperanzas, como si con esta maera así pagaran sus felonías, o los dejaran trabar en las calles. Actúan así, como si con ésto pagaran el derecho de rebuscarse en las calles. Y como en este cotorreo pareciera que hay familiares de por medio, uno cae en cuenta que ha vivido la vida de los que los demás han querido. Ud. no es más que un desagradecido.

¿Cómo queda Ud. cuando alguien lo amenaza en la calle, y todos saben quién eso quiénes son? Aunque no lo crea yo lo he vivido en carne propia, y sabe que allí, igual a los años en que estando muy jovén era un autista medio retardadado, y aquellos amigos con los que compartió sueños; ahora están viejos, y pareciera que ellos mismos estuvieron auspiciando con otros unos desmanes en donde estaban haciendo a otros un favor, pues por detalles y gestos saben que todos son conocidos.
La ironía, es que uno no es un delincuente, que esta ahí de obligado porque no tiene adonde ir, y porque de alguna manera quiso librarse del hostigamiento en el que vivió durante muchos en una misma casa, adonde le fueron apareciendo dueños, y se parecen a esas historias que nos cuentan sobre aquellas regiones adonde prima la ley del más fuerte, ya que en esos festines que en más de una ocasión organizaron, bien podría estar muerto si se hubiera dejado provocar.

Y mediante sustos y sustos, Ud. ha regresado a la realidad, pero como aquella vieja película que interpreta Jack NIcholson, en "Escapado sin Salida", cuando se fuga con unos locos de un manicomio, adonde pronto lo obligan a regresar a éste con todo su sequito de amigos. Y aunque claro que ya lo hice en otra ocasión es bueno repetir esta historia, pues a su manera éstos aparentemente pretenden sacarlo a uno de este mundo, así sea de la mism realidad, en donde actúan como verdugos, en donde el amedrentamiento y la coacción entre sus amigos y vecinos, pareciera que no tuviera fin y remedio, máxime que está como encarcelado o secuestrado con toda la familia, en donde a veces por cualquier cosa se hacen unas berenjenas de incordios en donde la irascidad es la que prima. Y es entonces cuando recuerda que cosas así le sucedieron en "La Casa Embrujada" adonde las provocaciones y los seguimientos estuvieron a la orden del día en un barrio adonde pareciera que solamente uno era el delincuente. Así se amedrenta y se le lleva a una persona a la locura o a la muerte.
Yo la llevo viviendo años de años. Desde niño, para ser más exactos. Lo que no contaban era que con el internet, como el caso mío, a pesar de los bloqueos económicos, y del daño que me han hecho sicológica y físicamente, de los sustos en que el corazón se ha visto casi que paralizado, de las varillas en la columna vertebral, y que me han convertido casi en un discapacitado porque no puedo hacer fuerza, y por el peso de los años, el autor piensa que puede seguir contando estas historias.
Si tuviera manera, tal vez reclamaría los daños y perjuicios a que hay lugar por la tortura sicológica a que he estado sometido durante todos estos años, porque no son más que un delito de delitos de lesa humanidad. Porque Colombia además está adscrito al tratado de Roma. Y porque este tipo de trabajos se hace mancomunadamente con informantes con informantes que también participan del festín, como fieles mandaderos, o porque así se hacen entre ellos favores.

¿De qué se enamoraron? O seguramente les debo algo. No les bastó con enloquecer a una persona ni siquiera de las perrateadas de que he sido víctima no solo ahora aquí, sino también en otros país. Ahora pretenden hacerle creer que son los únicos. Ni porque fuera político o alguien importante. Porque antes de existir el internet también lo estaban haciendo. Mis escritos, parecen que se los leyeron muy bien, a sabiendas que muchos de ellos no valían la pena, ya que eran apenas unos proyectos de novelas y libros que estaban entre el muladar y el polvo de los recuerdos de unos papeles viejos, que casi todos terminan en la basura. Ya que fueron escritos como una manera de poder soportar esa realidad asqueante ante estos verdugos imaginarios que han sido reales.

Qué sigan hablando más, no importa.