La otra Venezuela

En la década de los setenta me vi una película hecha por un autor Venezolano, y no sé si fuera Romand Chalbaud(el autor del "Pez que fuma"), pues tan solo recuerdo algunos apartes de ella, en la que nos narra la historia de unos anarkistas urbanos (revolucionarios por cierto), en una sociedad en la que el petróleo había convertido al país hermano, en el otro sueño de millones de personas en el mundo, que querían construir sus vidas en aquel espejismo adonde como el rey Midas todo se podía conseguir al trastocar todo en oro. El oro negro, claro está. Eran los años en que en estas tierras del interior de Colombia, nos acostumbramos a ver muchos vecinos o familiares que llegaban contando que sus necesidades materiales fueron logradas, porque el precio del dólar estaba homologado al mismo del Bolívar, y en el que millones de personas se quedaron para hacer allá su nueva patria. Algo parecido a lo que sucedió y todavía se da con los Estados Unidos, donde los inmigrantes en su afán por conseguir el sueño americano venden todo lo que tienen en sus países de origen, y se aventuran a embarcarse en ese espejismo que ha creado más de una leyenda, y en la que también los mexicanos han construido las suyas basadas no solamente en su hospitalidad, sino en el tener que soportar que por las fronteras con sus vecinos hayan pasado miles de indocumentados, y en la que ellos mismos han hecho lo mismo. Aquellos conspiradores en un Estado en el que por el petróleo la mayoría de sus habitantes se convirtieron de la noche a la mañana en los portadores del modelo norteamericano, y que los hizo famosos porque cualquiera podía tener su carro, su apartamento, sus electrodomésticos y sus satisfaciones personales aparentemente resueltas, y en el que cualquier Venezolano podía fácilmente irse a estudiar o de paseo a cualquier otro país; éstos no eran más que unos exaltados alejados de una realidad que los circundaba ya que estaban económicamente mejores que en cualquier otro país latino, e incluso que los mismos Europeos; pues muchos de ellos como en el caso de los portugueses hicieron de ésta su nueva patria, y por lo tanto tal y como nos lo describe aquella película, estos aventureros en los sueños por hacer de su patria un mejor país tendrían que fracasar. Y eso ocurriría en la realidad en el gobierno de Caldera. No pasarían muchos años en ese desbarajuste económico y social de todo el mundo en el que el socialismo fracasaría, y en el que los préstamos leoninos del Fondo Monetario Internacional hicieron que el país en el que estos hermanos tenían las mejores comodidades, y en el que el derroche de sus recursos naturales esos sueños se revirtieron para convertirse en un recuerdo no muy lejano de lo que pudo ser, y no fue. Tal vez, por eso se convirtieron como en el Brasil, en uno de los países más endeudados por su deuda externa en América Latina. Y aunque diferente, algo parecido a lo que viene pasando con los Estados Unidos y sus millones de inmigrantes. Muchos de ellos han realizado sus sueños, unos pocos claro está; mientras la gran mayoría han resultado ezquilmados y engañados por los coyotes de la frontera al sur del río Grande, o por esa endemía de personajes siniestros que cuentan con todos los recursos mafiosos para embaucar a más de uno que quiere realizar los suyos. Siempre ha sido así, a través de toda nuestra historia. Muchos teníamos la idea de que todo aquel que llegara a esas tierras lograrían realizar sus esperanzas basados en que aquella moneda fuerte perduraría, y que aunque no se pudiera vivir del todo allí los ahorros conseguidos con el trabajo perdurarían por siempre al convertirlos en las monedas locales de cada uno de sus paises de origen en otras nuevas fuentes de empleo y de trabajo. Pero con los años no sería así. Aquel filme, en la que nos narraba el fracaso de aquellos guerrilleros urbanos, por ahora nos recuerda que el mundo ha cambiado, y qué como paradoja otros imaginarios subsisten y seguramente al autor de aquella película, tendrá que rehacerla, y en la que seguramente será otra historia. Algo parecido a la que nos narró en su momento la "Batalla de Argel" y en la que de manera espeluznante nos va contando las vivencias del fracaso de una guerrilla que al estilo Guevarista, bajo el dominio norteamericano sucumbió. Después sucederían los cambios sociales que ahora conocemos. Y sin embargo en eso espejismos de la realidad dudamos. Se nos parecen a la de los Arabes con el petróleo en el que el poder del dólar los engolosinó tanto, que la sociedad de consumo los inundó con todos los bienes tecnológicos a los que probablemente el más pobre de los pobres en su país, podría tener sus televisores , sus radios, y todo lo que ahora nos brinda este mundo globalizado y en el que el internet es el que ha transformado nuestras maneras de comunicarnos. Más para bien, que para mal, así lo creemos a pesar de todo. Y aún así dudamos porque en la vida real nuestro universo es tan complejo, ya que cuando fuimos solo nos encontramos con otro país muy diferente al que nos imaginábamos, y probablemente será muy diferente al que ahora los medios de comunicación nos cuentan. Algo parecido al nuestro en donde los habitantes de las barriadas con sus casas construidas de cartón, sus dueños disfrutan de estos adelantos tecnológicos que muchos de nosotros los vaciados no tenemos. O sea que uno es más ravaciado que éstos, que andan en las calles, reciclando lo dejado por esta sociedad de consumo, e incluso muchos de ellos a pesar que cualquiera creería que viven más mal que uno, se encuentran con que disfrutan de todos estos adelantos. Y no es envidia, más bien son esos espejismos que vivimos a diario en un país en el que solo el desierto de la Tatacoa, o el de la Guajira, nos recuerdan el olvido que en muchas tierras de nuestro país, ha persistido por años, así como en el de otros o en el de la misma Venezuela. Cuando fui al país hermano, lo hice por la necesidad de subsistir sin creer en aquel espejismo que muchos nos pintaban. Más bien como lo he venido contando, lo hice convencido que allá ya no sufriría de las extrañas persecuciones a la que durante toda mi vida he sido sometido, como si fuera un delincuentico, que por alguna circunstancia no ha tenido la libertad de vivir en paz consigo mismo y con los demás. Unas extrañas persecuciones que el autor no entendió ni comprendió, sino cuando después de muchos avatares terminó ido de la cabeza con la columna vertebral fracturada, y con toda una parranda de sinverguenzas en este país del sagrado corazón amenazado y pisoteado, sin que nadie se diera cuenta de ello; solo hasta ahora en que gracias al internet el autor viene contando estas extrañas falacias por cuenta de un país de villanos en el que éstos están escondidos tras la apariencia de ser de los buenos , que se alzan con fortunas ajenas, que destruyen a familias enteras, y que con sus técnicas de los lavados de cerebro mediante el miedo y la provocación de manera bien orquestada, a pesar que todos creemos que el derecho y la buena fe nos dan la razón. Y no. Mientras tanto nos cuentan de las desgracias de un país sumido en la precariedad de la sin razón de un mundo convulsionado. Tendrían que pasar muchos años, casi todos los mi vida para atinar a comprender que en este país, el que nace marcado se muere así por que los corruptos están por doquier y en donde uno menos se los imagina. Cuando llegué a Venezuela creía que medio país me perseguía, mientras el cual más de los conocidos o por conocer, solamente buscaban beneficiarse por cuenta de un extraño enredo de familia en donde había dinero, y adonde los ladrones salieron como las jaurías a conseguirse lo suyo. Y claro que no se trataba de Ali Babá y los 40 ladrones de "Las mil y una noches", sino de la situación a la que llega toda una sociedad por cuenta de una locura de guerra, y de la violencia desatada por cuenta de la desigualdad social. Yo llegué hasta allá tratando de evitar lo que digo. Y por extrañas circunstancias tan pronto consigo mi primer empleo, comienza toda una serie de persecuciones que no comprendí en su momento, pues cómo podía uno entender en medio de semejantes circunstancias personales que me sucederían allí también, aún cuando el autor(un autista) llevaba casi toda su vida perseguido en la creencia que era de política(imaginénse, a un pobre diablo que a duras penas unos pocos familiares lo conocen), como si fuera alguien importante cuando en realidad lo que ahora uno entiende es que en estos laberintos de ostracismos y persecuciones contra personas indefensas, no son más que las situaciones de corrupción que se viven en nuestros países, porque fácilmente cualquiera lo enreda por cuenta de algún legado. No son no más que la desfatachés de supuestos imaginarios que como Dioses persiguen al que se les dá la gana por cuenta de otros. Allí también, unos personajes de la Guardia Nacional orquestando su sainete con otros que fueron apareciendo durante mi estadía, y que por raras coincidencias dichas persecuciones se reforzaban sicológicamente cada que regresaba a este hermoso país como si algún familiar, o un sabueso de esos que todo lo saben hacían el trabajo de intimidar mediante sus argucias histriónicas para hacerle a uno creer el cuento de que se era un perseguido. Y vaya uno a saber. Allá, en la Venezuela de Bolivar, y al que tanto admiramos por sus obras, se seguiría toda otra andanada de provocaciones en el trabajo como si en realidad fuera importante para aquellos organismos policiales. Y claro que de esto no se trata. Era esa otra Venezuela que nadie había visto, por lo menos en cuanto a los incautos que fuimos allá, para protegernos de lo que nos ocurría aquí. Era el otro país que también se desangraba por cuenta del despilfarro de sus riquezas, del alto costo de vida en la que algunos productos de la canasta familiar no se conseguían, una escacez que obligó a miles de personas a que regresacen a sus lugares de origen, unas devaluaciones desbordadas y que según llamaron los económistas en su momento, un proceso de stanflación del capitalismo que ya había sobrepasado lo que un teórico Marxista habló sobre el imperialismo. O tal vez pudo ser otra cosa, pues desafortunadamente somos ignorantes en estos temas de economía. En fin, obligaron al cierre de numerosas empresas. Devaluaciones que no se parecían en nada a las de Colombia porque aquí las que comenzaron en el gobierno del Dr. Lleras Restrepo de una maneras pausada y frecuente, en Venezuela fueron tan estrepitosas que en los escazos 4 años largos que viví allí, los cambios sociales y económicos se dieron tan estrepitósos que eran muy dificiles de dilucidar tanto, que no sabíamos si estábamos en un sueño o en una realidad, pues por más que se tuviera trabajando (y se estuvo siempre) no se pudo vivir holgadamente. Era una Venezuela económicamente yendo hacia el despeñadero social. Si se decía que allí los dueños de los carros los abandonaban en una calle o en una avenida para comprarse otro, ahora los veía destartalados y arrumados en los garages de sus casas o en las avenidas congestionadas por éstos, o alguien que lo contrataba para realizar algún trabajo en la mitad de éste el contratista se echaba para atrás, y en unos pocos meses se convirtió en un país inviable por cuenta de la escazes de los productos de la canasta familiar; y la devaluación de una moneda que como sucedió en Argentina el sueldo con el que medianamente se podía vivir casi un mes, ahora solo servía para vivir unos pocos días, mientras el eterno problema del agua, el robo permanente de los cables de la electricidad, y los miles de inmigrantes y nacionales que tuvieron que lanzarce a las calles al rebusque, en el que si Ud. iba a Coche en Caracas(la mayor central de abastos del país), se encontraba con la pordiosería de los indigentes recogiendo lo que arrojaban los comerciantes, idénticos a los que vemos en el abastos de Bogotá en nuestro país, con la diferencia que allá era para comer, y aquí los vé no solo para éso, sino como otro negocio que ha surgido de vendedores de segunda. Veía a sus gentes con sus limosinas en la avenidas recogiendo las latas de cervezas, y los carros que antes vi abandonados, o los eléctrodomésticos que por alguna razón ya fuera por una resistencia eléctrica o por una falla pequeña, eran arrojados para que otros los recogieran, permnitieron que surgiera el negocio de arreglarlos. Y las compraventas que aquí pululaban y pulululan, allá aparecieran resultando ser un buen negocio en una sociedad en crísis, y rentable como en el caso de la compra venta de ropa usada, el que aquí ha pululado durante muchos años después que se acabará la plaza España, que fue trasladada al Corabastos de Bogotá. Y así fue como se comenzó a ver a estos personajes que a diario vemos en nuestro país y a los miles de colombianos que podríamos llegar por cuenta de una indigencia que floreció debido a ese desbarajuste económico, con el agravante que allá muchos de ellos eran de otros países. Yo había ido tratando de zafarme de esa persecución hostigante por cuenta unos supuestos imaginarios a los que con el tiempo los he catalogado como los pescadores de los ríos revueltos, y a los que seguramente más que vividores son unos hábiles comerciantes en estas argucias de hacerle creer a uno que se es un perseguido por cuenta de un Estado. Imaginaciones habilidosas en las que estos personajes son expertos, y que además en nada se diferencian de los que creemos son los mejores de este mundo porque resultan tan engañosos, que con los años uno termina dándose cuenta que en nada se diferencian de los mercaderes de la muerte. Y allá me encontré con otro país, en una sociedad que también estaba delirante. Un país hermano en la que muchos de alguna manera habíamos ido a tratar de construir nuestros sueños. Y como en toda película, al finalizar la cinta, la realidad era demasiado abrumadora como para sobrevivir. Teníamos que regresar. En la Carlota, recién llegados supimos de un amago de un golpe militar, o el de alguna intentona de provocación contra el Dr. Carlos Andrés Pérez, pues ya para esa época me encontraba indocumentado, y al oir unos pocos retumbes como si hubieran explotado en aquellos angares que nunca conocí, pero que el rumor de las gentes de esta hermosa ciudad, lo decían a boca llena, en medio de las calles, tuve que regresar a refugiarme a la casa de una compatriota que vivía en Chacao. Era muy dificil de saberlo, pues tan solo llevaba unos cuatro meses de estadía, y además ya no tenía los papeles en regla. Un tiempo después, en Catía la mar nos enteramos por cuenta de los nocicieros de una intentona golpista, que no supusimos que fuera tan grave, pero que al tratar de dirigirnos hasta Caracas, a hacer unas diligencias por cuenta del trabajo que tenía, nos dimos cuenta que era imposible movilizarnos. Es más, ni siquiera supimos de la gravedad de la situación, pero de allí en adelante la inestabilidad económica, los presagios de que la tormenta de la intentona golpista con los muertos que en radio Caracas nos decían, nos fuimos enterando en lo real que el sueño de Venezuela al estilo del sueño americano había terminado, y muchos de los inmigrantes, y en especial de los Europeos que todavía no habían conseguido nada se regresarían a sus respectivos países, y las noticias en los periódicos seguirían contándonos del Bolivar que caía y caía. Eramos, como en el caso mío, unos inmigrantes que durante más de medio año luchamos por sobrevivir de manera muy mal, por cuenta de la moneda que ya no valía nada. El salario de un mes no duraba para más de una semana. Y los trabajos de diferentes servicios nunca volvieron a aparecer. Esa era la otra Venezuela. Cuando regresé a Colombia, ésta estaba mejor que la Venezuela que acababa de abandonar. Y sin embargo... Parece que en nada se diferencian. Somos hermanos hasta en las congojas, por más que vivamos situaciones políticas diferentes.
Compre nuestros libros dando clic en cada uno. Prioritario: Historia Básica del Tolima


.