Recordando a Hemingway

No hace mucho tuve la fortuna de ver una película sobre la muerte de Hemingway. Me desconcertó. Sabía por lo que hemos leído algo sobre sus libros y vida, su amor a la cacería, y a una manera de mantenerse en los extremos de una vida acostumbrada a vivir en el peligro. Algo parecido a aquellos que aman los deportes extremos. A mantener su adrenalina hasta el punto de que cualquier persona no lo puede soportar fácilmente. Son contados esos personajes. Y sin embargo lo que pude ver de él, fue a una persona desbastada por el alcoholismo, y al cual muchos llegamos por diversas circunstancias. Tal vez el haber sido corresponsal de guerra o lo que vivió, y que nos lo cuenta en muchas de sus obras, hizo que se suicidara. Personalmente tengo la convicción de que cuando se cae en ese estado mental, uno está no solamente sujeto ante las circunstancias de la vida, sino también ante los imprevistos de vividores que lo quieran sepultar para conseguirse algo. En ese estado en nuestro época, él no hubiera sobrevivido mucho más tiempo de lo que vivió.

Enamorado de la fiesta brava, podría fácilmente haberse muerto del susto. Tal vez por eso los toreros necesitan estar jóvenes para dominar los nervios. Otros en esas fiesta nos morimos del susto con el solo pensar que estamos frente ante el indomable y salvaje toro de lidia. Me quedó la impresión que en medio de todo su vida se la llevó el alcoholismo más que su sentido de vitalidad que nos reflejaron sus obras narradas, y que parecieron haber sido vividas por éste. Y que las vivió, lógico. La vida es una fiesta. Y a muchos en esas fiestas nos pueden ir mal o bien. Todo depende. Es muy probable que los que llegamos a cierta edad con los nervios destruidos por los avatares de la vida, no sobrevivamos. Es más, es posible que constreñidos nos muramos del susto. Para los demás pudo haber sido un infarto. De eso se trata. Y de eso es lo que quiero contar.

En por "Quién doblan las campanas" nos coloca en una situación difícil desde que comienza la novela. Nos recuerda a un país a donde la guerra nos ha marcado tanto, que las noticias de un día, ya están olvidadas al otro. Algo parecido a lo que signó a México en medio de las luchas intestinas que se libraron entre ellos, además de contar con su historia antigua en donde a los muertos se les idolatra por todo lo que fueron en vida, y en medio de ese culto existe toda una historia de la vivencia de estos que los hace únicos respecto a eso. En nuestra cultura, la historia resulta tan banal, que nuestros sentimientos parecieran que en vez de unirnos, nos hace tan incomprensibles que nos recuerda que lo de hoy, ya no importa mañana. Hemos perdido el sentido de la realidad. Hemingway nos recuerda que en los conflictos de las guerras las ideas de los personajes sumidos en ese mundo cruel y hosco en donde la vida no es más que un torbellino de pasiones que gira alrededor de la muerte, y las circunstancias atroces de esos conflictos en la que los hombres se convierten en las peores pesadillas para sus mismos semejantes, llevados por ese sino trágico del poder y la riqueza, los lleva hasta los delirios que con solo la muerte unas vidas se apagan, mientras la vida dentro de la naturaleza continúa. Es el cruel pragmatismo en el que los personajes conviven con sus realidades dantescas. Una realidad que seguramente influyó al momento de su decisión, pero que lo hizo en medio del desgaste sicológico que pudo haber estado. Lo mismo se dice acerca de la muerte de Edgar Allan Poe. Y ya se sabe que algo pasó antes de su muerte. De Hemingway todavía no sabemos, por lo menos el que escribe, tal producto de sus vivencias personales, o que alguien lo indujo para que hiciera lo que hizo, ya que en esos estados uno depende de otros, y del medio social en que se vive. Es como se estuviera hipnotizado. En medio de esos imaginarios de las guerras, todo es posible. 
Compre nuestros libros dando clic en cada uno. Prioritario: Historia Básica del Tolima


.