Bogotá, su plaza de Bolivar y sus historias.


Bogotá tiene una historia igual que otras grandes ciudades, y en ella se refleja tal vez el desarrollo no solo de un país sino el de América latina y del mundo. Cuando venga lo primero que tiene que hacer es venir a la plaza de Bolívar y se encontrará con que las construcciones que la rodean evocan lo que en el comienzo de su fundación el licenciado Don Gonzalo Jiménez de Quesada quiso que fuera hacia el futuro. En el edificio Liévano encontrará todo un resumen de los sucesos más importantes que sobre ella han acaecido adosados en lozas de mármol sobre sus paredes, mientras la estatua de nuestro Libertador Simón Bolívar casi en el centro de la plaza dirige su mirada hacia el restaurado palacio de Justicia, como mirando la frase lapidaria del general Santander que está hoy a la vista pública de los ciudadanos, cuando dijo : "Las armas os han dado la independencia, las leyes os darán la Libertad." Y si miramos un poco más a su lado nos encontraremos con la casa del Veinte Julio que fue adonde se inició la gesta libertadora de la Nueva Granada y sentiremos como Carbonell bajaba con sus huestes de artesanos de los cerros de las barriadas de esa época exigiendo la libertad inmediata. Un poco más al fondo, podremos ver entreverado por la carrera séptima el edificio de Avianca que en su momento fue uno de los más altos del país y que estuvo a punto de derrumbarse tras un incendio que en su momento conmovió a todo el mundo al ver como se arrojaban desde lo alto personas que no pudieron soportar el calor sofocante. Tanto en el Palacio de justicia como en el edificio de Avianca podremos rememorar infaustos sucesos en la que mientras en uno se menoscabó uno de los pilares de los tres órganos del poder, en el otro el progreso se amilanó ante una falta de prevención para controlar el fuego que segó muchas vidas. Y si lo queremos, podremos ver la torre de Colpatria, los cerros tutelares de Monserrate y Guadalupe que son visitados permanentemente por sus devotos seguidores. Claro que tendrá la oportunidad de conocer la Quinta de Bolívar a donde según dicen a la entrada estará andando sobre vertebras de los esclavos de la época, La Plaza de Quevedo que era el manantial del agua con que los antiguos habitantes preparaban sus alimentos, la Casa de Poesía de José Asunciòn Silva y la habitación en la que éste previamente se había hecho señalar por un galeno el sitio exacto del corazón en su cuerpo a donde en medio de una fiesta acabaría con su vida, mientras sus invitados se divertían. Paradójicamente una de las que fue la artífice de convertir ésta en un museo en su homenaje, María Mercedes Carranza, también lo haría de otra manera. Muchas otras instituciones entre las que se destacan universidades, iglesias y calles que en su conjunto rememoran la historia de un país. Y todo a unas cuantas cuadras. A su diestra está la Catedral Primada en la que reposan los restos del fundador, y un poco más atrás el Colegio de San Bartolomé que nos recuerdan que mientras el licenciado de indias fundó en 1538 a Santa Fe de Bogotá, un año más tarde en Roma San Ignacio de Loyola sería el iniciador de la comunidad de los Jesuitas que desde 1589 y durante muchos años después regentarían la educación de la Nueva Granada. A sus espaldas está el Capitolio desde donde presumiblemente Tomás Cipriano de Mosquera (Masca Chochas), como le decían sus adversarios,) firmó el decreto que los expulsó con su ley de desamortización de los bienes de manos muertas, mientras vamos rememorando sus continuas guerras fratricidas contra Obando. Y porque no también el asesinato de Policarpa Salavarrieta y demás compatriotas a manos de Morillo. Y si nos acercamos a nuestra época, tendremos que recordar la de Rafael Uribe Uribe por un exaltado político. O el de Jorge Eliecer Gaitan por Roa Sierra y posiblemente en compañía de otro conspirador, que de nuevo volvió a desatar una de las tantas violencias que hemos tenido, y que transformó el país rural en el urbano que hoy conocemos. Baste decir que esta última obligó a muchos a dejar sus bienes abandonados o en la posesión de administradores, y que con el tiempo terminaron por pasar al Estado y/o de particulares que aprovecharon toda esta barbarie en pleno centro de la ciudad, en la que Ud. hoy verá todo el desarrollo arquitectónico y comercial de una metropoli que a diario recibe más y más migrantes. La historia dice que así como en la fundación de Roma, Rómulo y Remo fueron amamantados por una loba, Bochica en los recuerdos brumosos de los Muiscas a través de los tiempos les enseñó todo sobre los oficios y la moral a los hombres; tanto que gracias a él, la sabana se hizo habitable al romper la peña que permitió que el agua fluyera desde el salto de Tequendama al río Magdalena. Todavía los humedales que vemos en Suba y en otros sitios de la ciudad nos recuerdan esos tiempos. Y si por la calle de San Miguel (calle 11), nos adentramos en lo que hoy es San Victorino, o yendo un poco hacia el norte en donde funcionó por muchos años una notaría , encontrará todavía los vestigios de la ciudad de esa época, centros comerciales, y mucho más adentro hacia el occidente todavía verá algunas casas antiguas convertidas todavía en locales comerciales. Sabrá entonces que alrededor de la plaza de Bolívar hay muchas historias, y posiblemente después de medio siglo todavía queden algunos legados en manos de algunos comerciantes cautelosos con sus escrituras y sus condiciones resolutarias; y de otros que con el tiempo todo lo ha cambiado. Hubo en estas calles, en la 11 y en la avenida Jiménes con Caracas dos teatros que eran frecuentados por las barriadas del sur de la ciudad y y que ya casi al final de su desaparición o de su pauperización para ver cine había que entrar con dos ladrillos. Uno para sentarse, y otro para defenderse. Claro que también podrá ir a lo que fue la Plaza España convertida hoy en un centro comercial con mercancías traídas de Venezuela. Más al norte, está la Plaza de Paloquemado y en los alrededores está el comercio prospero del pescado al por mayor, y un poco más cerca está la del Eduardo Samper en la que todos los viernes y durante toda la noche se comercia con las hierbas medicinales que por tradición tiene en la cultura colombiana; no solo para curar enfermedades sino para los rezos mágicos de la buena suerte. Los domingos subiendo por la séptima desde la Plaza de Bolivar verá toda una romería de gentes que vienen de los diferentes puntos cardinales de la ciudad. Allí nos encontraremos con los comerciantes y personajes de la calle, con los que siempre ha contado . Ya no veremos al que en una hoja con tijeras nos hacía el perfil del rostro, o el que se tragaba vidrios y después se acostaba sobre éstos parsimoniosamente, mientras invitaba a alguno de los presentes a que se posara sobre su cuerpo. Verá otros. Entonces comprenderá el porqué Bogotá es una de las pocas ciudades capitales en el mundo, si no la única, que está en el interior de un país. Si vá al Museo del oro se animará a conocer más de nuestra historia antigua y reciente.
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