Mandamases y esquiroles


Me había prometido no tocar este tema en ninguno de mis blogs, a excepción de "Crónicas Gendames" o "Los Silenciosos", ya que de manera novelada se puede decir muchas verdades, tal y como lo dijo el escritor ya fallecido -Carlos Fuentes- en una de sus últimas entrevistas en Colombia. Pero no hubo más remedio sino que contar esta especie de crónica hostigante, que nos recuerda que vivimos a consecuencia de la guerra interna que ha librado el país de muchas formas, otras guerras de carácter sicológico que aunque muchos no lo sepan, se dan por esas extrañas marcas de policía que mediante el rumor las calles para un ciudadano común y corriente pueden ser peligrosas. Y aunque no lo sean, al que se la hacen tan disimuladamente y en frente de otros, le pueden hacer creer que es de familia, o de policía. Estos personajes que se conocen entre sí y andan en las calles se le aparecen como si fueran conocidos de toda una vida, que le echan unos cuentos tan creíbles como si en realidad con uno se fueran a ganar la lotería. Definitivamente este tipo de trabajos se parecen a los que se hacían en la inquisición en España, o la que sufrieron los negros en Estados Unidos, por no decir que la que vivió Mandela y su pueblo en Sudáfrica. Muy parecida a los guetos de los judíos en la segunda guerra mundial por cuenta de los alemanes. Un estigma donde a Ud. lo saludan mientras subrepticiamente lo están amenazando, y le está viendo la cara a estos mendaces que como buenos esquiroles obedecen la orden de los mandamases, que sin embargo le están enviando un mensaje como si en verdad fuera un delincuente. Prácticas que en Colombia también nos recuerda formas de pensamiento desactualizadas de la realidad social, pero que en su tiempo jugaron un papel importante en las persecuciones que se hacían orquestadas mediante medios propagandistas: Una toma de una calle o de una plazoleta, o como en los mítines estudiantiles que en cualquier esquina se hacía una protesta contra la visita de un presidente norteamericano, o por la calamidad doméstica debido al bajo presupuesto oficial que obligaba a los estudiantes, a los profesores y trabajadores de alguna universidad estatal a salir a protestar contra esta política. Bajo esa violencia vivida también se daban otras que es la que el autor cuenta. y sin embargo, como en el caso mío, en los finales de la década del 60 se me hizo creer que era un perseguido político cuando en realidad a mi no me conocía ni la familia. Solo estos personajes que sin saberlo ya estaba marcado por cuenta de un familiar o por algún hecho que desconozco, y para completar justo en un colegio a donde estaba terminando el bachillerato nocturno en El Julio César García de la universidad La gran Colombia fui detenido por miembros de un organismo estatal (D.A.S.).Y aunque siempre supuse que era por política en el transcurso de mi vida me ha venido corroborando que en este país fuera de la guerra y la violencia insensata entre los colombianos, también existían las marcas de carácter policial orquestada por particulares. "Que a Ud. no lo conozca nadie, y le hagan creer que lo persigue medio país, y que con el cuento de que como ha sido alcohólico otros hayan tratado de ganarse su lotería como si siempre hubiera tenido su enemigo particular, y que además hasta en un país extraño también haya sido perseguido y amedrentado sicológicamente entre burlas y teantringos de personajes de ley (La Guardia Nacional venezolana)". Que muy sibilinamente le envíen mensajes cifrados de persecución como si de verdad fuera un delincuente importante. Así es como a una persona durante años le van creando esa falsa idea de que es un perseguido, y todo lo que diga está siendo digerido por estos personajes que como en las huelgas hacían sus trabajos sucios. Y sobre esa base comienzan a hostigar, y que por ser tan reiterada casi que llega uno a creer que el que lo persigue y le manda mensajes en las calles sabe más de lo que en realidad uno sabe de uno mismo. Hostigamientos que por más que aparenten particulares de calle, lo están haciendo coordinadamente, que a la larga uno está como el personaje de en una de las película de Orson Welles: "El proceso".

Que más se demore en escribir algo, y que un familiar de otro familiar se le aparezca, como diciéndole: "Sois nuestro enemigo" o de manera descarada se aparece en la casa como diciéndole: "Lo que le hicieron es por cuenta mía, gran vellaco". O que otro conocido en las calles de marras lo salude en frente de otros, mientras sin que nadie se de cuenta,  le apachurre un dedo mientras lo saluda en son de broma, y le recuerda otra cosa que le pasó con unos policías cuando lo subieron en una camioneta de capota, y lo castigó aparentemente por otra situación vivida en el mismo negocio, muy cerca del Capitolio Nacional de Bogotá cuando libaba con un odontólogo de apellido Hernández que se pensionó con el gobierno. Cualquiera podría entenderlo así. Y no. Los recursos que estos personajes fantoches utilizan, gracias a que sabe dónde anda, qué escribe, que incluso al publicar un blog, como en el caso de éste, otro se le aparezca en un carro y le grite, que mientras entra a un negocio a tomarse una cerveza, o así pudiera ser un tinto, hayan otros de esos sapos que merodean en las calles tratan de hacerlo caer en cuenta que es por lo que uno acaba de escribir, que cualquiera podría decir que están haciendo su inteligencia, y lo que en realidad están haciendo es amedrentar hasta en su misma casa, tal y como lo vivido en la famosa "Casa maldita" en los años que muy cerca de "La Culebrera" en el barrio Centenario de Bogotá. Es como si hubiera estado secuestrado sin haberme dado cuenta. Y claro que más que vecinos no eran más que unos trúhanes amenazando y cohonestando con aquellos "mandamases" que aunque parecían ser los de yo no fui, si lo eran.  Todos unos esperpentos de barrios que saben cuando tienen que aparecer para amenazar y ridiculizar, que cualquiera creería que uno era un delincuente, cuando en realidad bajo esas apariencias estaban obedeciendo a otros por cuenta de una posible herencia, mientras su montaje por si alguna desgracia ocurría, lo querían aparentar por un problema de casa y de familia , mediante una reyerta familiar, como si por debajo de cuerda algo se fueran a ganar. y claro que si uno terminaba muerto, ya tendrían su otra historia para saldar su provocación y su canallada. Por no decir que el posible asesinato en medio de una disputa aparente. Lástima para ellos que uno haya resultado un cobarde, pero que aún así estamos contando lo vivido.

Así son estos tipos de negocios. En aquella casa donde tantos salvajes me salieron cohonestados por algunos de estos "Mendaces" que usaron vigilantes de calles, recicladores, y hasta unos muchachos viciosos, que salían a burlarse, mientras en los negocios del barrio que hasta para comprar los víveres para la comida, tomarse una cerveza, e incluso hasta comprar un celular, usaron personas que habían sido cercanas como si en realidad medio país lo estuviera persiguiendo a uno. Unos trabajos sicológicos, que además hay que achacarles que debido a eso me enloquecí, me robaron hasta más no decir, ya que como viles comerciantes de esas calles, buscaban casas y legados como si desde lo alto estuvieran tan bien informados que parece que lo supieran todo, tal y como me lo dijo hace poco un albañil que en medio de su borrachera en un negocio me dijera:
-Tómese una pochola. Tranquilo, que yo se todo sobre Ud.

Adonde llegue y por donde vaya estos personajes con su teatringo parecieran que por no tener otro oficio se dedicasen a ver como hostigan, y cómo amenazan, tan disimuladamente que...

Aquel personaje que digo me hizo recordar otra historia. Vale decir que hubo un tiempo que a raíz de haber quedado ido mi mismo, como en el caso de "El Quijote" sin un peso en los bolsillos, aparecieron personajes tal y como ahora lo hacen personajes que conocí de joven, y que cuando escribo algo por Internet todos se aparecen justo en el mismo momento, fuera de los que gritan en los carros y en las motos en tonos amenazantes,  después de comenzar a publicar este blog.

Al frente de esa casa que "El Embrujado" ha dado en llamar maldita, y recién llegado a ella tras varios años de vivir por Venezuela y en el Quiroga, y de haber negociado una herencia de un apartamento con un tal Aldana de la Brigada, que permutó su casa por la vivienda que digo, en otro lugar escabroso y con problemas legales donde otros casi me matan en una noche fatal, mientras un policía buscaba el bochinche porque supuestamente la tubería de la casa estaba rota,  a sabiendas que ya andaba por los pasos de la locura. Tenía como costumbre dejar su revólver.

Hay que decir que como en esas maldiciones que uno oye, yo escribí un proyecto de novela en aquella casa de la que he venido nombrando, muchos años antes cuando con una tía llegamos a vivir ahí, y que todavía anda por ahí revuelta entre mis escritos, donde contaba unos sucesos policiales en una ciudad denominada "Bello Horizonte", que en la vida real resultó siendo Bella Vista en Bogotá a la cual llegué debido a la permuta que me hizo un acucioso personaje de la brigada que seguramente estuvo convencido que yo me iría a morir allí todo loco. Tres personajes que disfrazados en tempranas horas de la noche casi me matan con un revólver, y que según el vecino policía que dejaba su revólver y cinturón al frente como para que todo mundo supiera, los que lo habían hecho eran dos muchachos y y una muchacha disfrazada de hombre, como si supiera quiénes eran,
Tuve que vivir más años, y otras torturas sicológicas en las calles y en la misma casa maldita, donde fui descubriendo que cada que contaba estas historias por Internet los que me agredieron e intentaron matar debieron de salir de esas calles vecinas, y es muy probable que hubiera sido urdido por amigos y personas cercanas donde también usaban la sicología como arma predilecta, que cualquiera podría terminar loco debido a los sentimientos de culpa. Así fue como supe de estos personajes siniestros que como fantasmas enloquecen a las personas, y disimuladamente mediante el poder que tienen usan a los esquiroles que digo.

En esas calles mientras estas irrealidades se daban, existían otras tenebrosas en ese mundo febril que si a un empleado le toca vivir las mismas aventuras que he vivido en las calles, probablemente terminaría loco o muerto en pocos días. O harían que se suicidara. Yo en cambio comenzaría a vivir otras persecuciones en ellas cuando decidí vender libros en los buses. Ahí supe que los mandamaces existían, y que los esquiroles de calles obedecían sus ordenes a ciegas como si éstos tuvieran poder sobre ellos. Personajes que sin recibir nada a cambio se dedicaron a hostigar, y que incluso sin saber de Internet parecía que estuvieran al tanto de lo que comencé a publicar en mis blogs. Cizañas que dejaron entrever que el complot había sido urdido desde mucho antes de llegar a aquella casa, pero que sinuosamente estuvieron aprovechando las contradicciones que se dan en una persona y en su familia para así conseguir sus objetivos tenebrosos.