HISTORIA 6.
Ahora que sabemos que los candidatos en la disputa son Santos y Zuluaga después de las votaciones de la primera vuelta donde hubo casi que un empate técnico, no deja de provocarnos esa aversión que muchos colombianos sentimos por los políticos. Y es que siempre prometen cosas que no se van a dar, que todavía nos recuerdan a algunos candidatos que salían del pueblo y que se paraban en Bogotá en toda la séptima con Jiménez , y que desvariando en su comportamiento sicológico se proclamaban como los únicos que iban a pavimentar el río de la Magdalena y otros programas que no se cumplirían, ya por que eran imposibles, o porque a nadie le cabía en la cabeza lo que proponían, o simplemente estaban ahí para provocar, mientras en son de burla a los incautos les quedaba sonando dicha propuesta. La imaginación lo puede todo. Ya sabemos que un reciente fallo del Consejo de Estado obliga al Estado y a los particulares a que el río Bogotá tenga que ser limpiado de toda la mugre en que todos los bogotanos convertimos a este caudal en una cloaca que atenta contra la salubridad pública de su entorno geográfico y por ende acabe por destruir todo nuestro ecosistema hidrográfico de los afluentes del río por donde los colonizadores españoles entraron a colonizarnos.
Dentro de esas promesas están los de la Paz que tanto ansiamos desde hace tiempos en que muchos gobiernos quisieron negociar con las guerrillas, y que en su momento sólo lo hicieron con el M-19 y el E.P.L.de donde los constituyentes de 1.991 convirtieron una constitución anquilosada desde los años en que Rafael Nuñez que siendo de origen liberal en asoció con los conservadores de su tiempo, nos dejaron la que nos rigió después del triunfo de éstos en la guerra de "Los mil días" a finales del siglo XIX, y que durante una centuria sería la que nos gobernara a pesar que los cambios sociales y políticos sucedidos durante todo el siglo XX con el reconocimiento de las 8 horas de trabajo de la Revolución en Marcha de López Pumarejo a donde a la propiedad se le reconocía una función social, y muchos otras reformas que se hicieron en otros gobierno incluyendo las de Carlos Lleras Restrepo que hizo hincapié en la Reforma Agraria y el Pacto Andino que exigieron nuevos rumbos sociales y económicos para América Latina donde el mismo López Michelsen pretendió el desarrollo industrial del campo sin que tuviera el verdadero eco y respaldo político, social y económico como el que se dio con la nueva constitución del 91 en el gobierno de Gaviria, que significó grandes cambios para el país donde el derecho a la tutela se instauró para que los menos favorecidos pudieran exigir sus reclamos ante una ley aplicada aparentemente injusta por los encargados de ejecutarla, mientras la libertad religiosa permitió que otras formas de pensamiento diferentes a las de la religión Católica también pudieran profesar su libertad de credo religiosos y por ende su libertad política y de expresión que estuvo prohibida no solo en los gobiernos entre los liberales y los conservadores, sino también en aquel periodo que muchos conocimos como El Frente Nacional adonde solo los dos partidos tradicionales de conservadores y liberales tenían derecho a gobernar y a repartirse el poder. Sin olvidar también que con la libertad de importar acarreó un retraso para el desarrollo industrial y agrícola del país. Y también dentro de este contexto la Fiscalía como ente acusador sería tal vez la que cambiaría completamente dentro de lo penal todo el andamiaje jurídico de lo que conocíamos como órgano judicial.
En medio de todo ello, la influencia de los que han gobernado nuestro país estaría siempre ahí, aturdidos por una confrontación de las guerrillas contra el estado, que surgieron en los gobiernos del Frente Nacional en el de Guillermo León Valencia en 1.964 cuando azuzado por Alvaro Gómez Hurtado y el Pentagono de los Estados Unidos, mediante "La Operación Lazo"decidieron acabar con las autodefensas campesinas más conocidas como "Repúblicas Independientes" en Marquetalia(Tolima), Río Chiquito y Guayabero, que tras las persecuciones del gobierno de Laureano Gómez contra las guerrillas liberales, y tras su entrega los grupos campesinos comunistas decidieron mancomunadamente en esa región protegerse de la violencia oficial. Desde esa época, nuestro país ha vivido otro tipo de zozobra social donde el conflicto armado generó al vaivén de las revoluciones Socialistas de China y Cuba todo una lucha ideológica entre las clases trabajadoras, estudiantiles y medias de la población, el surgimiento de otros grupos armados que reivindicaban esta salida para llegar a la toma del poder.
El surgimiento del narcotráfico y el advenimiento del poder de este negocio trastrocaría estas vertientes ideológicas por otras más perturbadoras porque lo que primaba era el dinero y sus intereses que se fueron entroncando con los grupos políticos y sociales que favorecían a esos nuevos grupos de poder que bajo la égida de una sociedad sin moral, aparentando combatir a una guerrillas comunistas se adueñaron mediante la fuerza de las armas en complicidad con muchos miembros de los organismos de vigilancia estatal se convirtieron en parte de los dueños del poder, y también de todo engranaje social de los organismos de participación y funcionamiento del país.
En medio de todo ese panorama descrito, la lucha por la presidencia entre Santos y Zuluaga no son más que el reflejo de la disputa por el poder entre dos visiones emparentadas de cómo ven la solución al conflicto armado con las guerrillas de las Farc y el ELN, a sabiendas que el mundo ha cambiado y que Colombia para bien o para mal tiene que darle fin a este conflicto porque son otros las circunstancias económicas y sociales las que verdaderamente influyen para que Colombia pueda estar en mejores condiciones para enfrentar los cambios que se están dando en el mundo.
O es el fin de una guerra mediante la fuerza y la entrega, o entre una paz negociada.
Y entre esta lucha denodada por Santos y Zuluaga, el último como muchos de los políticos que son hábiles componedores sin estar de acuerdo con la Paz negociada, al unirse con los Conservadores que apoyaron a Marta Lucía Ramírez ha decidido dar un giro a su política sobre la paz ya que ha cambiado su discurso guerrerista, después de haber convertido las elecciones pasadas junto a Uribe -su mentor político- y a despecho de Juan Manuel Santos en una verdadera guerra sucia electoral donde sus verdaderos programas quedaron soslayados con el cuento de que en este corto lapso que nos falta para la segunda contienda electoral por la presidencia, los harán más creíbles.
