Colombia:"De política y políticos"


HISTORIA 5
Pareciera que nuestro pueblo es un  país sin memoria. No recuerdo bien en qué gobierno un ministro de economía prometió que no subiría el valor del petróleo a los consumidores, que por ende también terminaba afectando la canasta familiar, y sin embargo lo hizo. Ahora el candidato que acaba de ganar por votación popular la primera vuelta electoral para la presidencia nos dice que tratara de hacer más justa y equitativa el trato para los afiliados a las empresas privadas de la salud, y resulta que su mentor fue el que privatizó y le entregó a los particulares todo lo relacionado con la salud a estos entes que han colapsado porque sus dueños solo buscan sus ganancias patrocinadas por el Estado, aduciendo que la incompetencia por la burocracia de los organismos estatales que antes estaban bajo el Instituto de los Seguros Sociales (I.S.S.) y las Cajas de Previsión Gubernamentales más el despilfarro de administradores venales ocasionaban que la salud no fuera eficaz en su atención a la mayoría de la población. La "Ley 100" impulsada por Uribe terminó por privatizar el servicio de la salud de los colombianos para que las ganancias quedaran en manos de los mercanchifles que apoyaron a estos gobiernos, y que ahora hemos visto que ha tenido que salir en su ayuda para que no quiebren, o para reorganizarlas con tal que estos conglomerados particulares sigan subsistiendo, mientras las ganancias se esfumaron tras sus negociados siniestros. Algo parecido a lo que pasó con la banca privada donde el aparato estatal tuvo que salir a impedir la quiebra de miles de ahorradores e inversores cuando el banco de Colombia quedó iliquido por los malos negocios  hechos por los familiares de López Michelsen. Una historia que se repetiría muchos años después con las famosas pirámides adonde los particulares terminaron esquilmando a los que creían que colocando sus ahorros de toda una vida en ellas, se ganarían el cielo y la tierra con fortunas que terminaron en las manos de los estafadores de turno.

Y mientras nos cuentan todas sus historias de lo bien que han manejado el país se les olvida sus actuaciones, pues al fin y al cabo la violencia y la desigualdad solo existe por esa mala repartición de la riqueza y porque los gobiernos han cohabitado con la corrupción y el poder del narcotráfico que como negocio sigue rentando a más de uno mientras nos quieren hacer creer que la propuesta de Santos no es más que la entrega de un gobierno a la  guerrilla con el cuento de la paz, y se les olvida que a todos los colombianos nos metieron en una guerra que no era nuestra para hacer que participaramos de ese infierno en que nos hemos visto subsumidos a donde más de un ciudadano ha tenido que pagar los platos rotos ajenos, ya sea porque los vinculan por supuestas participaciones que no son son ciertas en la mayorías de los casos y que igual a lo que sucedió con la guerra sucia que se dio en su tiempo con la cacería de brujas en los Estados Unidos con el Macartismo, convirtieron en un negocio parte de la actividad judicial donde muchos delincuentes han vivido de inventar sus historias macabras, mientras los que han cometido sus delitos terminan libres por la falta de pruebas, o porque como en el caso del gobierno de 8 años de Uribe, fueron expatriados para que purgaran las penas por sus delitos del negocio de las drogas en los estados Unidos, mientras aquí terminaban por evadir sus delitos de lesa humanidad que cometieron, tanto así que hoy por hoy las escuelas forenses y de detectivismo y vigilancias privadas son las que prosperan en nuestro medio para los jóvenes que habiendo cursado su bachillerato, estas cátedras parecen que serán las más rentables.

En si, es como estar en el negocio de la guerra porque si se paralizan los grandes contratos por la adquisición de armamentos y el empleo sofisticado de hombres y mujeres que utilizaran lo mejor de sus vidas en pertrecharse de estos vastos conocimientos acerca de cómo destruir a sus semejantes, mientras las ganancias de los negociantes de la muerte estarán contentos de ver como un país que dedica todos sus recursos a este negocio infame, aduciendo que con la guerra harán que sus contendientes se humillen en una paz donde no existe reconciliación, sino entrega.

Y bajo esta disparidad de criterios es muy seguro que volveremos a ver los falsos positivos donde los que participan para ganarse una medalla o un ascenso en su escalafón, o merecer por parte de sus gobernantes el honor de haber luchado por la patria en la defensa de sus instituciones, algunos que solo piensan en lo que puedan ganar de manera impune cometan más de un delito bajo la falsa apariencia  de defender unas instituciones que de por si lo que necesitan es oxigenarse de aquellos que piensan lo contrario. Una paz donde no haya vencedores ni vencidos a donde los que cometieron sus delitos tengan que pagarlos de una manera tal en la que reconociéndolos se comprometan con la sociedad a resarcir el daño que hicieron.
 
Tal vez, eso es lo que le faltó al gobierno de Santos. Comprometerse más con la paz haciendo que los acuerdos que hasta ahora a llegado con la Farc, hagan ver que son más los beneficios que podemos recibir los colombianos que con la guerra que plantea el candidato ungido por el Centro Democrático, además de reconocer que estas elecciones han sido las más tranquilas que hemos tenido en los últimos tiempos. Sus desvaríos con los Tratados de Libre Comercio que hicieron que buena parte del sector productivo de los campesinos fueran afectados  han ayudado a que su gestión en lo económico le hiciera perder parte de su simpatía ante los colombianos, sobre todo en las ciudades adonde una clase media que no sabe de los horrores de este conflicto, que afecta buena parte de nuestra economía, le diera la espalda para sumarse a la propuesta de un gobierno fuerte con mano tendida en el corazón que nos hace olvidar que en su gobierno la justicia quedó supeditada al arbitrio de otro ministerio aduciendo que con ello el estado lograría superar la crisis económica, así como también los salarios de la clase trabajadora fueron disminuidos con el cuento de que para lograr un mejor desarrollo, las primas dominicales y festivas fueran eliminadas para que los pobres pudieran ayudar a paliar la crisis de los que han tenido el poder en sus manos.

Y bajo ese populismo, ahora nos pretenden hacer creer que con las 8 horas de estudio en la educación con un almuerzo incluido para los estudiantes de bajos recursos, con esas mentiras piadosas no nos dicen dónde van a ubicar los estudiantes que quedan en una de las jornadas, y cómo van a duplicar el número de profesores para que el estado pueda paliar esta supuesta crisis académica achacándole el muerto a los maestros aduciendo que tienen un bajo desarrollo pedagógico.

Para continuar con la economía de guerra que tuvimos que vivir los colombianos en los 8 años en que las leyes cambiaron en favor de un gobierno, donde muchos se creyeron que comprando más armas y aumentando el número de los miembros de la fuerza pública para combatir a la subversión, con unos resultados tan nefastos donde todo un país quedó sumergido en una guerra que no era suya, adonde los falso positivos fueron la consecuencia de una política que precisamente por ese olvido del estado en esas regiones atrasadas de nuestro campo ante el poder del consumo de la droga, permitieron que la economía ilegal se fortaleciera. Ahora que hay una posibilidad de que buena parte de estas gentes dedicadas al cultivo, al transporte y al comercio ilícito de la droga acepten que están dispuestos a combatirla, sin que ello quiera decir que el comercio siga, se verá más disminuido, que la de aquellos que con falsas promesas después de haber tenido el poder durante casi un lustro y tras haber reformado la constitución, ahora pretendan decirnos que lo lograran mediante la continuación de la guerra, para así acabar con este conflicto.

Ni que decir de lo que muchos tuvimos que vivir en las ciudades a donde la delincuencia desaforada resultó esquilmando y amenazando donde hasta los perros y los gatos los usaban para amenazar a aquellos ciudadanos que no podían pagar la cuota para que los protegiera de lo que dio en llamarse la justicia privada que actuó a la sombras de los mismos organismos de seguridad, que le han hecho mucho daño a nuestras instituciones, y  donde los ciudadanos a pesar de ello nos sentimos todavía honrados al saber que dentro de las fuerzas gubernamentales existen más ciudadanos de bien de lo que muchos creemos.

Azuzar a un pueblo a que siga con el imaginario de la guerra para lograr la paz, es permitir que los que viven de estas historias sean los que más nos echen el cuento de que los ilegales son los que mandan, máxime que todavía gozamos de una justicia que aunque tardía, todavía ejerce su mandato constitucional.

La paz es el mejor bien que deberíamos dejarle como legado a nuestros hijos. Incluso una educación donde estos valores sean los que se impartan en los colegios y en el seno de toda la sociedad, ya que todavía hay muchos estudiantes que desconocen gran parte de nuestra verdadera identidad  como colombianos. Solo así, podríamos olvidar a estos mentores que instigan y hacen las guerras para sus propios beneficios. 
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