Colombia:"De política y políticos"

HISTORIA 4.
Las guerras sucias que empañan las actuales elecciones por la presidencia de la República de Colombia, a pesar de ser escandalosas en cuanto su carácter mediático y el papel que el narcotráfico juega no tienen nada de nuevo, sino que hacen parte de esa lucha rastrera que los candidatos y grupos políticos hacen para lograr que la opinión pública se vuelque en contra del que aparentemente tiene mayor influencia en ese electorado que apático decide participar a favor de los que hacen dichas denuncias.

Y es que así es como llegan al poder muchos haciéndole zancadillas a sus contrincantes. El juego sucio desvirtúa el sentido de cualquier elección, porque a la larga lo que se busca es el poder para satisfacer a sus aúlicos que son prácticamente los que saldrán beneficiados de llegar a lograrlo. Y es tal vez el consejo que en su tiempo hizo Maquiavelo al nieto de Lorenzo de Medici mediante "El Príncipe" donde le enseña cómo un gobernante puede ejercer su poder con sus súbditos, y que en cierta medida estos alborotos que ahora vivimos en en estas elecciones carnavalescas no son más que un viejo reflejo de las marrullerías de los seres humanos para conseguir el poder del estado, y que incluso antes de que surgiera este, ya los brujos usaban sus técnicas para hacer sus respectivos lavados de cerebros a sus fieles seguidores de las tríbus, que incluso cuando llegaron los españoles a América en nuestro país se libraba una guerra entre los seguidores del Zipa y el Zaque donde el monopolio de la sal por parte del primero estaba logrando ejercer su dominio en toda la sabana de Bogotá.

Todavía recordamos las elecciones que en los años del Frente Nacional y siguientes, dichas guerras estaban empañadas por las denuncias de los muertos que resultaban votando a favor de algún candidato, como si fueran esas historias que nos cuenta Gógol en Almas Muertas cuando la servidumbre existía en la Rusia zarista, que los siervos muertos fueron el pretexto para que Chichikov -el personaje de la novela- sirvieran como pretexto para que fuera tratado como un personaje acaudalado ante los aristócratas de su tiempo, que le harían honores a lo que parecía ser un pobre diablo. Aquí los muertos han votado, y ya sabemos que en este largo conflicto que ha vivido nuestro país, las organizaciones ilícitas han utilizado su poder mediante las armas para hacer que gran parte de la población voten por el candidato que los representara, y que hay que decir que muchas veces los gobernantes han tomado sus decisiones presionados por ese poder tal y como le sucedió en su momento a Turbay Ayala  cuando los mismos militares se lo exigieron.

Un poder al que se llega ya sea por el hastío de una ciudadanía que no quiere que ciertos candidatos de algún grupo político siga gobernando, porque parece que se hubieran entronizado en el aparato estatal, y que cansados ven que otro que propone alternativas mejores, decide que ese sea su gobernante mediante su elección en las urnas. El golpe de Rojas Pinilla en su tiempo no fue más que el cansancio de esa guerra atroz que se libraba entre conservadores y liberales, tras la muerte de Jorge Eliecer Gaitán y la persecución que se hacía contra los campesinos que con el tiempo se volvieron guerrlleros que buscaban unos ideales de caracter socialista influidos por la revolución bolchevique de octubre en Rusia, o la China de Mao, o la de Cuba en nuestro continente. Y porque no decir que parte de nuestra historia se ha vivido con esas conductas malsanas de las zancadillas siniestras ya sea mediante las elecciones populares o mediante los golpes de mano ayudados o auspiciados por militares. Usar esos recursos de las guerras sucias no han sido más que pretender tapar los escándalos de sus malos manejos económicos y políticos para hacernos olvidar de lo que verdaderamente representa cada candidato que con sus seguidores quiere llegar al soleo presidencial, mientras los medios nos hacen creer que estamos en esas disyuntivas con sus aparentes mecenas que quieren salvar las democracias. No hacen más que ocultar mediante esos medios sus verdaderas intenciones que a veces se nos parecen a los mesías redentores, sin siquiera hacernos caer en cuenta que lo que necesitamos saber de ellos son sus programas políticos y económicos porque de por si ante sus denuncias y escándalos solo priman estos, para así hacerse al poder del estado.

Si el narcotráfico ha sido en buena medida gran parte de nuestros males, es justo reconocer lo bueno y lo malo que nuestros gobernantes en estos años han hecho para combatir, y además saber que gran parte de esta violencia se debe a ello. Pero distorsionar la realidad y hacernos olvidar que la parapolítica no fue más que el contubernio de estos sectores que ejercieron su poder dentro de todo un país con el silencio cómplice de los gobernantes que presionados internacionalmente sobre todo por los Estados Unidos, donde la misma guerrilla también logró ejercer su dominio gracias al comercio de la droga en un conflicto donde el Estado para liberarse de la extorsión y el secuestro dio vía libre a lo que en su tiempo fueron las autodefensas, que casi que hicieron que este fuera un país ingobernable. Que un gobierno como el de Uribe hubiera logrado cierto prestigio entre la población ante su triunfo con las fuerzas gubernamentales contra la subversión, y que hubiera sido elegido por una gran mayoría de la población ante la debacle de los otros candidatos que se oponían a su política de mano dura y corazón tendido, no puede ocultar que muchos de los que lo acompañaron tenían sus intereses oscuros, y que en su entorno también delinquieron convencidos que podían participar en la estructura legal de un estado, sin que también tuvieran que pagar sus delitos porque parece que muchos se decidieron a hacer las leyes por sus propias manos, olvidando que existía la ley y la justicia y el parlamento, que son los pilares de nuestras sociedades democráticas en los países capitalistas.

Las guerras sucias no son más que la falta de capacidad para que la mayoría de los posibles sufragantes intenten por lo menos saber cuáles son los programas que los candidatos a la presidencia proponen, sino que enturbiando la cauda electoral con las actuales denuncias que por los medios venimos conociendo, nos hace recordar que gran parte de lo que sucedió durante estos años en nuestro país salpicó a más de un político.
La propuesta del actual presidente y su reciente acuerdo dentro del proceso de paz que vienen haciendo con la guerrilla, despeja el camino para que el próximo presidente que elijamos tenga en cuenta que si las guerrillas se comprometen a dejar el negocio ilicito de la droga y colaboran para que los campesinos que viven de este cultivo protegido por los grupos armados le daría un respiro al futuro gobierno que bien podría dedicar esos recursos que se utiliza para combatir este flagelo, podrían servir para ampliar más la infraestructura donde actualmente existe la producción de la cocaina, lo mismo que podría incentivar la creación de nuevos empleos. Y es que el planteamiento de no continuar con los acercamientos que el gobierno de Santos está haciendo con las guerrillas dejaría mal al país ante la opinión pública, porque entonces se creería que aquí en Colombia existen sectores políticos a quienes les conviene el conflicto armado que viene desde hace más de cincuenta años, por no decir que desde los albores de la independencia de los españoles. La misma O.N.U. abiertamente ha apoyado este último acuerdo, porque sabe que de sucederse una paz generalizada, sin querer decir que con ello se eliminaría el problema de la droga, la gran mayoría de la población podrían ver fructificados dichos acuerdos, y tal vez las otras exigencias que vienen haciendo otros sectores productivos para que los tratados de Libre Comercio se renegocien en aras de una mejor competetividad internacional.

El daño que le está haciendo la actual campaña de guerra sucia desatada por los opositores a las políticas de la propuesta de paz, todavía son imposibles de cuantificar en la opinión publica, máxime cuando estamos a solo una semana de las elecciones para la presidencia de la República de Colombia.

Seguramente después de saber los resultados de ellas, se sabrán la mellas que pudieran haber dejado en la opinión pública, pues todo parece indicar que puede elevar más el grado de abstencionismo que siempre hemos tenido en nuestro país.
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