Un autista en Venezuela 3

Y como venía diciendo: El primer día de mi trabajo llegan los de la guardia nacional a aquel condominio aparentando un allanamiento. Aunque el día anterior había estado un buen rato conociendo el lugar donde me desempeñaría en mis funciones, acababa de conocer a un personaje que todavía no recuerdo pero que de joven lo había visto en Ibagué. Se me parecía a uno de esos talladores de madera que se habían ido en busca de sus sueños, o al de otro de esos políticos con los que había andado casi desde niño acompañándolo en esas reuniones de jóvenes católicos que se estaban acercando a unas nuevas ideas donde el socialismo era la panacea para la solución de los males que aquejaban a nuestras sociedades. En fin, me parecía haberlo visto antes, pero era el dueño del apartamento donde el jefe de la guardia nacional que prestaba sus servicios en Maiquetía, ahora resultaba hospedado en el apartamento que vengo diciendo.

Nunca pude saber, porque lo vi solamente en otras pocas ocasiones, mientras los nuevos inquilinos habían llegado a cumplir sus funciones como tal. Era como si hubieran llegado tras de mi. Así me creí ese cuento. Algo parecido a lo que sucedió en la "Casa Embrujada". Recién llegado a instalarme con la tía, habían aparecido unos familiares que venían con un amigo de Cucutá, y durante mucho tiempo siguió regresando a horas inesperadas y muy tarde de la noche, quien resultó hospedado en la misma casa, y que como si supiera a que hora llegábamos, aparecía como si fuera hospedado en otra casa de vecinos, a los que con el tiempo, y con los años resultaron los que estuvieron molestando en componenda con otros sin mostrar sus caras, pero que mientras cuentos iban y venían resultaron siendo amigos de una amiga que conocí en la universidad del Tolima, y además amigos o familiares de otros familiares de Chenche Asoleado o de otra vereda en  Purificación con relaciones de policías y de brigada que a nadie le interesa, pero que al autor por el solo hecho de haber sido sometido a una especie de persecución sicológica le da el derecho de decir que lo tenían marcado y estaban actuando a cuenta de otros, muy posiblemente familiares, adonde uno parecía ser un villano, y éstos: "Los verdaderos dioses de sangre azul".

Y todo a la vista de todos como si quisieran tomarse la casa usando sus recursos perversos que cualquiera podría decir que fueran demoníacos, porque sus mentalidades sin ninguna contemplación en más de una ocasión no solo amenazaron, sino que intentaron matarme con sus secuaces, donde vecinos y malandrosos de calles, y los viciosos actuaron aunados y basados en otra persecución que se orquesto en San Victorino, como si en realidad actuaran a cuenta de una familia muy pudiente, pero que uno entiende que habían muchos actores actuando en ríos revueltos.

Un trabajo sutil que ahora el autor está contando porque sencillamente hay que decir que estas persecuciones se orquestaron desde niño, y aunque parezca extraño siempre se me quiso hacer creer que era por política. En aquel día no pude dormir, en el apartamento que tenía asignado aquel condominio para con sus servidores.

Todos los que vivían allí o eran pilotos o tenían algún yate estacionado muy cerca, e indefectiblemente todos se conocían, aunque en un primer momento los jefes de aquel condominio habían dicho que no los conocían y que se extrañaron cuando todo aquel grupo de soldados venían a las ordenes de aquel teniente coronel encargado en Maiquetía de retener los alijos de droga que por allí pasaran, aunque ésto lo supe algunos pocos años después cuando ya estaba prácticamente de regreso a Colombia. Una persecución extraña porque así sucedió en la "Casa Embrujada" que el imaginario del Embrujado ha venido contando en sus historias:

A los pocos días de llegar a aquella casa, llegaron otros policías a posesionarse en otra casa vecina, de donde salió Damián el perro gozque que casi castra al que digo, y que un ta Lozano que su papá tenía una oficina como abogado donde hoy es el centro comercial El Latino, y un Clavijo que en Santa Bárbara tenía un perro parecido, y cuya hermana trabajaba con la F.A.C. , y a pesar de todo, años más tarde los hijos de estos personajes aparecieron en mi entorno amenazando como si en verdad yo hubiera sido su enemigo desde antes que hubieran nacido.

¿Cómo puede ser uno enemigo de otro sin conocerlo y sin haberlo tratado, y mucho menos cuando son de ley, ya que uno considera que están es para protegerlo tanto física y mentalmente? Después de haber llegado de esa manera comenzaron las persecuciones donde la piscina la utilizaban de noche sin aceptar lo que los estatutos decían, mientras los dueños de aquel condominio me ponían contra la pared exigiendo que los obligara a tener un buen comportamiento. Mientras el dueño de aquel apartamento lo abandonó diciendo que volvería después, arrancaron las alfombras que estaban adheridas al piso de cemento, y desperdiciando el agua que en esos tiempos era importante porque había que racionarla constantemente, inundaron todo el edificio, y en los días en que no había agua, sino un poco para uno 10 o 15 minutos diarios, el que los mandaba se aparecía para que colocara el agua al edificio y lo dejara bañar, mientras fui conociendo a otros personajes, como el de una camioneta de capó blanco, muy parecida a las que se usan para llevar a los estudiantes a los colegios, camioneta parecida que estuvo parqueada en en una noche, y a un lado de la carretera por los lados de Playa Verde, donde casi resulto muerto en una historia que ya conté en "Crónicasdeunautista" y "Un autista en Colombia".

Allí conocería como el mar se enroscaba y cambiaba su color mientras los vientos se agitaban antes de llegar las famosas tormentas que asolan en el mar Caribe cuando se forman en el golfo de México, un mar que cuando lo conocimos con la mujer ni siquiera atinamos a saber qué era. Yo lo vi verde en aquella carretera que a uno lo lleva de Caracas a Catia La Mar, un verde que se parecía a una selva por su su color, y que fue creciendo ante nuestras vistas como si nos fuéramos a adentrar en él con el carro que nos llevaba después de haber atravesado dos túneles en medio de un aire caliente y taciturno porque no sentíamos la brisa marina, que solo la disfrutamos cuando éste paró a nuestro destino, y así nuestro mundo se ensanchó por que luego como en el caso mío me fui acostumbrando a aquel mar.

Pero ya en Caracas había vivido por poco tiempo lo que es sentirse uno un desconocido andando entre gentes, y que en aquella noche en que casi me matan, seguramente nadie sabría de lo que me había pasado, y posiblemente a nadie le importaba. Solo a los que me han intentado matar durante todos estos años. Los de la Guardia Nacional no se cansarían dejando ratones muertos en las orillas de los ductos de las basuras de aquel condominio ni yo tampoco los volvería a ver después que salí de aquel condominio.

Su estrategia basada en la provocación y el miedo había logrado sus resultados. Y solo hasta ahora, incluso muchos años antes de contar estas historias el autor ha comprendido que estuvo marcado por cuenta de unos mendaces: "Un autista al que solo lo conocen los que lo han querido matar porque ni siquiera distingue a muchos de sus familiares".

Y claro que tenía que pasar otro tiempo conociendo a Caracas y su gentes, que bien vale la pena seguir contando esta historia, ya que según me decían otros, que las autoridades no me pedían papeles de ninguna clase porque mi pinta se parecía a la de un portugués.

Algo parecido a lo que me ha sucedido en este país donde muchos se confunden, pero..
-Para tirarme nunca se han confundido. ¡Semejantes valientes!
Compre nuestros libros dando clic en cada uno. Prioritario: Historia Básica del Tolima


.