Un autista en Venezuela 2.

Aunque ya lo he contado, no sobra destacar que cuando uno llega a otro país, es como llegar a una ciudad donde escasamente existen algunos conocidos y familiares, y mucho más cuando de por medio se está en un ambiente a donde uno nunca ha estado.

Así le pasó al autor de este blog. Me había visto obligado a ello después de muchos años de sufrimientos en la casa que he contado y ante la imposibilidad de lograr alguna estabilidad económica.

Estos vecinos acuciosos que con el tiempo he comprendido que además de ser los perfectos ladronzuelos me fueron creando el miedo y el pánico, aunque ya había comenzado en Ibagué desde muy joven, y a pesar de que digan que todo fue por que era alcohólico. Más bien se llega al alcoholismo por algunas razones, y no precisamente porque a cualquiera le nace serlo. Amenazado, vilipendiado, casi que con el delirio de persecución, pues entre otras cosas el autor de joven convivió con amigos que hablaban de revoluciones y de cambios sociales, donde la alharaca de estos hacían tanto ruido, que con el tiempo he comenzado a formarme una idea de lo que es justicia en este país, y de cómo cualquier persona resulta ante las autoridades como si se fuera un enemigo público, y cuando comprende que estos personajes actuaron violando la ley que ellos mismos juraron defender. No es de política ni tiene razón de ser porque cuando uno va armando el rompecabezas de la vida todas las aristas que en apariencia parecieran ir por diferentes caminos, uno le va llevando el mismo hilo sutil que le ha dado la vida y se encuentra con que la gran mayoría de amigos actuaron orientados hacia un mismo fin, y que hicieron tanta alharaca y ultraje que fui sacado de una casa adonde viví durante más de 30 años como si fuera el más miserable de los miserables, no sin antes haber soportado toda una serie de galimatías de persecuciones y ultrajes, para que otros con los brazos abiertos me recibieran en esta ciudad con amenazas.

¿Qué clase de país es éste? Los ladrones tirándole a las escopetas y uno como un indefenso ciudadano que llevado casi al delirio por el temor y la provocación de unos farsantes, ha tenido que soportar todas estas bellaquerías. ¿Que poder pueden tener unos bribones y ladrones que resultan compinches con autoridades venales que me persiguieron y amenazaron en las calles durante más de 50 años? ¿Quién les pagó? ¿Quiénes los organizaron?¿Y porqué en una ciudad adonde el autor prácticamente ya era un desconocido estos farsantes alebrestaron a todos los mohicanos de calles, que salieron en comparsas a agredir y a amenazar?

Si contara cómo lo hicieron estos ladroncitos en un barrio como el que "El Embrujado" ha venido contando en sus historias, estos venales quedarían más que desacreditados porque se homologaron a los ladronzuelos que se entran a casas ajena, roban y matan y siguen comiendo del muerto.

Al llegar a Venezuela en un ambiente que pareciendo el más tranquilo ya estaba en lo social enrarecido. En una ida a Coche, el abasto mayor de Venezuela en Caracas, comprendí la miseria que se vivía en esas calles. Aunque uno era un vaciado y andaba mal por cuenta de otros que de una y otra manera quisieron, y todavía quieren seguir dañando los negocios que he intentado hacer, nunca había visto tantas muchachos desarrapados pidiendo comida y recogiendo las sobras que dejaban los comerciantes de frutas y verduras en un país a donde todavía los empleados públicos se iban de bonche(de fiesta) los fines  de semana, y no se les volvía a conseguir sino hasta el martes de la otra semana. Yo lo viví permanentemente al tratar de ubicar a algún contacto mediante otros que fui conociendo para obtener la consabida  visa de transeúnte.

Una pobreza que uno no entendía, ya que todos los electrodomésticos los dejaban en cualquier sitio cuando ya no funcionaban por alguna circunstancia baladí, como la de dañarse un interruptor o una resistencia, y quedaban allí botados en una sociedad de consumo, mientras el agua doméstica se racionaba a la orilla del mar, y la gran mayoría de productos agrícolas venían de otro lado que podría ser Colombia, Ecuador, o Canadá.

Cualquier extranjero que se devolvía para su propio país, dejaba todo su menaje abandonano que incluso los carros los dejaban en cualquier recodo, o en el edificio  donde vivían para que otros los recogieran. Los dejaban abandonados sin más ni más en una época en que la crísis casi explota cuando vinieron una serie de intentonas y de asaltos, mucho antes que el golpe de Chávez.

El solo hecho de no existir una prendería tal y como aquí las concoemos, lo dejaban a uno atonito. La clase media iba a los Estados Unidos como si en realidad tuvieran el poder económico para hacerlo, y así cuando uno ya estaba laborando comenzó a entender que el venezolano y los colombianos que estábamos en el hermano país, esos sueños se estaban desmorando muy rápido. El solo hecho de haber llegado en esos tiempos donde la miseria ya comenzaba a rondar en este bello país, y aturdido por lo que me había pasado en Bogotá en una casa y todo ese complot de unos miserables que solo hasta ahora uno deduce que estuve marcado como cualquier vulgar delincuente.

Es que de los loquitos todos se aprovechan. Ese es el cuento que echan mientras se burlan, y en cualquier momento:
-¿Zape! Tome pa´que lleve.

Mi primer trabajo en residencias "Los Corsarios" así me lo demostraría. Unas autoridades venales de mi país, o unos familiares con poder, no sé; ya que tenían a otros donde solo era un desconocido que llegaba a otras tierras con temor por sus fantasmas que otros me habían creado, y así ya estaban a la expectativa desde el mismo momento en que me recibieron formalmente mis próximos patrones dueños de aquel condominio.

"Tendría que ser uno muy importante, o más bien, otros muy importantes ya que me tenían marcado para que siguieran cons sus hostigamientos", que incluso ahora todavía no han terminando.

El primer día al llegar a mi primer empleo en otro país, se orquestaría todo un complot premeditado como para crear el miedo y la zozobra contra mí. ¿Y porque allí me sucedió lo mismo desde que tengo uso de razón? ¿No me vayan a decir que por autista no tengo el derecho de vivir, y que ya hay unos criminales tratando de lograr sus impíos propósitos?

En aquella asamblea a donde se reunieron las directivas de los propietarios para darme el trabajo, todo un temor infundado se presentó cuando la Guardia Nacional irrumpió sin pedir permiso y fueron entrando sin más ni más como si vinieran a hacer un allanamiento. Y no. Había comenzado una historia de persecución (guerra) sicológica dentro del mismo edificio con aquellos guardianes, mientras que yo en mi creencia creí que me perseguían.

Y era cierto.
-¿Verdad que vale la pena seguir contando esta historia?
-¡Esto es ilegal, dijo el presidente de aquel condominio!
Y junto con el tesorero y otros propietarios se dirigieron hacia aquel que encabezaba la entrada de más de 20 hombres. Todos querían saber si era un allanamiento.
Así fue mi recibida, digo yo. Como se burlarían de lo lindo. Iguales a los ladroncitos que salieron a ver qué se conseguían conmigo.

Y como uno es un cretino, y los rufianes son los que tienen poder.
-Paranoíco, dirá más de uno.

Esperen les redondeo mejor la historia, aunque hay parte que ya he dicho en otros blogs.
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