Por caminos diferentes

Nuestra historia siempre ha sido así. Antes en occidente todos los caminos llevaban a Roma. También podría ser la de los caballeros que con sus armaduras llegaron a estas tierras y se enseñorearon en la búsqueda del Dorado que atrajo a toda una horda de Europeos tras un sueño que para ellos podría ser una realidad, muy a pesar que aventureros y licenciados de leyes como Gonzalo Jiménez de Quesada a pesar de no lograr lo que querían, murieron alegando ante los reyes católicos lo que no pudieron conseguir. Así ha sido siempre. Después de la bancarrota del capitalismo en la década de los años treinta en el siglo pasado, y que aquí en nuestro país con la matanza de las bananeras que fue encarnada en los ideales por los que luchó maría Cano en su momento, y que pintoras como Deborah Arango mediante su arte y sus ideas reflejaron lo que el mundo podría ser, con unos sueños irrealizables; ahora a nadie se le ocurre que lo sucedido con los países árabes del norte de Africa son también la consecuencia de haber andado en esos mismos caminos de crisis en que nos han tenido los mismos países colonialistas que como Francia, Alemania, Italia, Inglaterra, etc., después de su última repartición del  mundo tras la caída de Alemania, Italia y Japón, que pretendieron ser los soberanos y dueños de este mundo.

Los sueños iban mucho más allá de lo que nosotros teníamos dentro de nuestras propias fronteras, porque mientras tanto las transnacionles en estos países tercermundistas disfrutaron de todos nuestros recursos naturales, mientras las dictaduras con sus golpes de estados en nuestro continente, y nuestros complejos ante los detentadores de los que llamamos los países desarrollados nos daban las lecciones de economías para que siguiéramos supeditados a las recetas del Fondo Monetario Internacional.
 
Las antiguas colonias en el Africa comenzaron a querer el mismo mundo que por las pantallas de los televisores y los demás medios de comunicación nos reflejaban el consumismo de los países capitalistas desarrollados, y los que antes habían sido las banderas de la libertad por la defensa de sus recursos naturales, como lo que significa el petróleo y los minerales que como el oro, o el uranio, ahora al no ver lo que los televisores y la prensa internacional reflejaban, decidieron que el mundo tenía que cambiar; y que el la primavera Arabe todavía no termina.
 
Mientras una Europa ahora padece el cáncer de su consumismo, y los sueños que encarnaron para que millones de personas emigraran hasta allá, su crisis financiera amenaza con desestabilizar el mundo, pues los mismos Estados Unidos no saben cómo salir del laberinto en que se encuentran por sus crisis hipotecaria, adonde nunca antes un gobierno tuvo que acudir a sus recursos económicos para que los bancos no quebraran con esa deuda impagable que los bancos tenían por cuenta de sus clientes, y mucho más allá que eso, sus guerras libradas por sostener su hegemonía como potencia los estaban desangrando económicamente.

Unos nacionalismos exacerbados en Europa ante el peligro de los inmigrantes que llegaban y llegaban ante la caída económica y social de la U.R.S.S., que comenzó en la misma barrera que los rusos construyeron para impedir que los de la Alemania oriental no se pasaran a la república Federal Alemana, y que los atraía porque desde sus televisores disfrutaban de los engaños de una sociedad con su consumismo exorbitante, ante un socialismo que a pesar de haber paliado el hambre y la pobreza, no podían competir con aquel consumismo  que el capitalismo les podría deparar porque florecía en esos estados todo lo que una sociedad podía satisfacer a sus ciudadanos.

Unos caminos tan trastocados, que a veces no se sabe donde terminaran, pues en nuestro continente esos nacionalismos reflejan otro contexto de unas economías que se están decidiendo por la explotación de unos recursos naturales que antes no eran tenidos en cuenta por las transnacionales, que solo giraban en torno del petróleo, y que ahora nos desesperan porque amenazan convertir nuestras cordilleras que son las mayores productoras del agua dulce que hay en el mundo en unos montículos llenos de piedras y de barro con tal de obtener el oro y otros metales, a costa de la deforestación de nuestras montañas, tal y como se esta haciendo en nuestro mayor pulmón del mundo, como lo es la selva del amazonas.

Todos son caminos diferentes para unos y para otros.
 
Y muchos países todavía no saben qué hacer, cuando sus gentes exigen cambios sociales y económicos, mientras las sublevaciones se dan en uno o en otro país. Los unos por una mayor democracia. Los otros ante el fracaso de las políticas financieras del mundo. Y otros por defender a toda costa sus recursos naturales que antes, y durante milenios siempre han estado expuestos ante el vasallaje colonialista y despótico.
 
Todos nuestros caminos son diferentes, y a cada país o continente le corresponde saber cuál es el mejor. 
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