Libia: "La guerra en el desierto"

Dice un viejo proverbio popular que todo tiempo pasado fue mejor. Pero en este caso, en una sociedad tan milenaria como la de los árabes, en donde pareciera que la historia se repite, así como nos lo enseña esta vieja película que recrea de manera ficticia la guerra que libró "El Zorro del desierto"(Rommel), en su última batalla contra los aliados liderados por Montgoneri, y en la cual los alemanes terminaron por perder el dominio en el desierto del Sahara, ante la toma de este puerto libio que es limite con Egipto, y que logró evitar el mando de éstos sobre sobre el norte de Africa en el desierto del Sahara y el canal del Suez; historia basada sobre hechos reales en las cuales los aliados (ingleses) ya habían logrado descifrar mediante el espionaje de sus ondas hertzianas las órdenes secretas que le daban al gran estratega que impuso muchos triunfos a la Alemania Nazi. Así, de esta manera lograron el triunfo contra los famosos tanques Panzer que dirigió durante mucho tiempo este mariscal. Algo parecido a lo que se hizo Moshé Dayan en la guerra de los seis días librada recientemente entre árabes y judíos, y en la que desestabilizó a todos éstos con su avasallamiento guerrero, que solamente fue logrando paliar con el acercamiento de las ideas nacionalistas de Kalifas y militares en ese mundo conflictivo adonde el recurso del petróleo hizo que el medio oriente fuera concebido por las potencias triunfadoras de la Segunda Guerra mundial (los aliados) como la zona de mayor importancia porque sabían que allí estaban los mayores recursos petrolíferos del mundo. Otras Zonas, como las de Colombia y otros países serían consideradas estratégicamente como las "Zonas de Reserva".

Y ahora en este conflicto interno de Libia, vuelve y entra en juego después que por muchos años la OPEP liderada por los países ricos en petróleo, y entre los cuales se encontraba ésta liderada por Gadafi y todo el pensamiento tercermundista de Nasser, cuando el pueblo decidió levantarse contra los que en otrora fueron los defensores de los pueblos subyugados por los países colonialistas. Aquí parece que todo termina para un líder y para unos Estados que surgieron en medio de golpes de Estados, y de las luchas intestinas en estas culturas milenarias que hasta ahora comenzaban a entender el valor de este recurso natural, y que películas como las de "Laurentz de Arabia" con Peter Otoole, no sean más que la recreación de un universo árabe que al final de lo que fue el imperio otomano, termina sumido en otro peor posiblemente, en que el petróleo sería la fuente de todas las intrigas de dominación por parte de los países occidentales y socialistas triunfadores en la segunda guerra mundial.

Es una historia que parece repetirse. Parecida a la que conocemos del imperio Romano en aquel desierto en la que Rommel perdió su última batalla en la segunda guerra, que nos recuerda a Nerón con su supuesto incendio de Roma, y en la que Libia en su momento jugó un papel importante para su imperio.

Si, Kadafi representó todo un asomo de un mundo mejor para aquellas tribus nómades que vagaban por el desierto para retozar y comerciar en los oasis, mientras debajo de sus arenas no solo contaban con los mayores recursos petrolíferos del mundo, y que además gozaban de una historia muy antigua en la que también estos hacían parte porque eran descendientes en cierta medida de lo que inspiraron las pirámides para los antiguos faraones, pueblos más antiguos que representan en esta confrontación desbordada a un mundo que muchos de los ciudadanos consideramos como el mejor de los posibles para ellos, o lo que para aquellos estudiosos que nos decían que el hombre solo había pasado solo por las etapas del esclavismo, feudalismo, capitalismo y socialismo, que no concordaba con la de aquella región alrededor del río Nilo, adonde hubo una civilización muy particular que no encajaba dentro de estos principios teóricos a los que los occidentales estamos acostumbrados clasificar para reconocer nuestros orígenes; y que además porque también cuentan con uno de los mayores lagos subterráneos de agua dulce en donde según entiendo el actual régimen quería hacer lo mismo que hicieron los Judíos en su momento con la que irrigaron aquellas tierras desérticas.

Pero las nuevas tecnologías, el ánimo de los sobrevivientes de las muchas invasiones que han tenido en el transcurso de la historia, el solo saber que existen otras culturas con libertades entre comillas, mucho mejores que las de ellos, el solo hecho de la existencia de una tierra globalizada con sus miles de conflictos, las apetencias personales y de rencillas en las que posiblemente se convirtió el el gobierno de Gadafi, los posibles repartos que solo se hacían entre sus más estrechos colaboradores dentro de la tribu de donde emergió, la voracidad con que otros actores más poderosos, ven que sus días están contados ante el desencadenamiento de protestas en esta región del mundo adonde la mayoría de sus gentes que no conocen de las libertades que nosotros tenemos en apariencia, porque el hambre y el desempleo también merodean en nuestros países, sus recursos que en este conflicto sin haber una organización unida en torno a unos lideres, la intromisión de la religión islámica en la que organizaciones como Al Quaeda que en su momento sirvieron contra el Fathat en su lucha contra lo que aquí denominamos el poder del Sionismo, en la que el terrorismo ha sido el fiel inspirador de divide y gobernaras de Maquiavelo, hacen que lo que éste representó ya no lo es para su pueblo que nunca ha conocido nuestro mundo de libertades capitalistas, y tampoco lo que el reégimen preconizó del Socialismo de Estado.

Libia con Kadafi ha sobrevivido durante 42 años, y ahora con la toma de Tobruk que nos recuerda aquella vieja película, la de Bengazi, y la de toda la parte oriental de todo aquel desierto posiblemente todavía con tribus beduinas que gozan con las historias que ven en sus televisores, o las del mundo del internet con los computadores en unas cuantas manos, y las de los demás adelantos de la tecnología capitalista, con unas ciudades tan grandes en donde la historia de Nerón parece repetirse de otra manera en una de sus antiguas colonias, o la de aquel país que emergió después de la Segunda Guerra mundial convertida alrededor de las ideas Nasseristas y del Socialismo de entonces, en la dictadura de unos militares a los que todos en su momento aprobamos por su denodada lucha en la defensa de sus recursos petroleros. Y bajo ese socialismo la figura mesiánica de su líder, que a veces en la prensa se nos parece extraviada en medio de sus Amazonas y la de sus seguidores que fieles defienden su entorno, mientras desde el oeste sus opositores ante la masacre por cuenta de que no quiere ningún cambio para su pueblo, parecen rodearlo amenazantes. Quiera el Dios que ellos reconocen, que la guerra del desierto que nos narra Tobruk, no se repita de otra manera en torno a Trípoli contra los que ya se tomaron a Tobruk y Bengazi. Que no suceda lo que hizo Hitler antes de terminar vencido por las fuerzas aliadas. Y que bajo ese pretexto sus recursos naturales terminen en las manos de los que durante tantos años lucharon porque esas riqueza quedaran bajo el poder de las transnacionales, y no a sus pueblos. Y así en esta historia que parece repetirse muy al estilo hegeliano, no todo tiempo pasado fue mejor. Una excepción a la regla.

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